Los políticos y los partidos no han terminado por aprender de las emergencias y desgracias en nuestro país. Lucran con el dolor y necesidades de los mexicanos. La sociedad está molesta, pero sobre todo los jóvenes, a quienes vimos ayer increpar al presidente Enrique Peña Nieto en su visita a Joquicingo, un municipio devastado por el temblor de 19 de septiembre, y enfrentar al Estado Mayor Presidencial.
También vimos, a través de un video, cómo el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong tuvo que salir prácticamente huyendo de la zona centro, donde visitaba un edificio que había colapsado por el terremoto. Los ahí presentes le lanzaron no sólo insultos, sino objetos y hasta un zape recibió el encargado de la política interna de México. ¿Y su seguridad?
La molestia popular es natural. Siguen creyendo que se le puede dar al pueblo atole con el dedo. Los ciudadanos fueron los primeros en organizarse para apoyar a las víctimas del desastre. Los grupos de rescatistas, por supuesto, ahí estaban en primer plano. La ayuda oficial tardó más. A eso le añadimos el show de la niña “Frida Sofía”, y entonces el enojo fue mayor.
Es gratificante y emocionante para todos ver la ayuda que comenzó a llegar a las zonas devastadas desde que aparecieron las primeras imágenes. Sin embargo, no hubo quién organizara esa ayuda. Albergues vacíos, más apoyos en un lugar y otros abandonados porque no se sabía que también habían sufrido afectaciones pero, lo peor, autoridades y partidos tratando de adjudicarse todo lo que provenía de la sociedad poniendo sus etiquetas. Lamentable e indignante.
El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, presidentes municipales en el Estado de México, partidos políticos en la Ciudad de México, todos, pretenden llevar agua a su molino ante las elecciones del próximo año, aprovechándose de la situación tan difícil en la que se encuentran miles de mexicanos.
Los dirigentes de los partidos políticos en una subasta mediática ofreciendo parte o todas sus prerrogativas para la reconstrucción. Demagogia pura, abuso del dolor y la desgracia. No hay uno solo que se salve. Saben que no se pueden desviar los recursos a menos que haya una modificación a la ley en el Congreso de la Unión, ya se los dijo el Instituto Nacional Electoral.
Los institutos políticos, los líderes de partidos, el gobierno federal, tendrían un poco de credibilidad si en este momento convocan a realizar las reformas necesarias para que el presupuesto para partidos pueda ser dirigido a este fin.
Hay mucha necesidad, no sólo por los terremotos. Hay inconformidad social y estas son de las primeras pruebas del hartazgo. Ojalá no permitan que llegue al extremo, con acciones y sin demagogia.
