Con una lista nominal de 12 millones 151 mil electores que representan el 13 por ciento del total nacional, el domingo 6 de junio, el Estado de México elegirá candidatos para sus 41 distritos electorales federales que se integrarán a la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados. También renovará su Congreso local y sus 125 alcaldías.
Se trata de que cada uno de los 10 partidos nacionales que participan ocupen el mayor número posible de curules en San Lázaro, entre ellas el partido que llevó a Alfredo del Mazo Maza a ser gobernador del Estado de México (PRI), y que Morena, el partido del “buen amigo” cuente con la cuota prevista.
El Gobernador del Estado de México y la clase política que lo respalda, se juegan mucho en esta elección. De los 41 distritos federales, 36 están en poder de Morena y sólo 3 en el PRI. En el Congreso local, con 75 escaños, Morena cuenta con 37, el PRI con 12, el PAN 9 y el resto se distribuye entre los partidos pequeños. De los 125 municipios que integran a la entidad, 53 los gobierna Morena, y el PRI, los municipios rurales, además de Chimalhuacán.
En este escenario, armar el rompecabezas electoral mexiquense requiere de un esfuerzo extraordinario para enfrentar no sólo a Morena sino al narco poder, que se ha enseñoreado en la entidad y pone y quita candidatos con lujo de violencia.
En estos dos años y medio, el Edomex perdió su liderazgo nacional. Se hizo más pobre, más violento, más injusto, más enfermo y anodino. El mito del grupo Atlacomulco desapareció y con él quienes pudieran acotar la narco política que azuela al Estado.
El Edomex cuenta con la planta industrial más grande del país, y genera gran parte del agua que consume la CDMX, además de prestar otros servicios propios de la conurbación, sin recibir a cambio lo que le correspondería. En este sentido, la voz de los mexiquenses en la Cámara de Diputados ha de escucharse con el mismo vigor que solía ocurrir en el pasado. Liderazgo que hace falta recuperar.
En esta hora de las regiones, no sólo el Edomex sino el resto de los estados se juegan el proyecto de país, el equilibrio presupuestal, políticas públicas justas y la participación en las decisiones estatales, a fin que a cada entidad le toque lo que le corresponde.