Vivir sitiados significa dormir con un ojo abierto y otro cerrado, atrancar la puerta, hacerse de armas de manera ilegal, perder bienes y seres queridos, y posiblemente la propia vida.
De Aguilillas en Michoacán a Cartolandia y Petolandia en Ecatepec, así como El Cuartel en Ciudad Neza, a orillas del Bordo de Xochiaca, en el Estado de México, pasando por León, Celaya, Salamanca en Guanajuato, Jerez y la propia capital en Zacatecas, así como Iguala y Acapulco en Guerrero, además de algunas zonas de alcaldías en la Ciudad de México, los habitantes viven sitiados por el miedo a salir y ser asaltados, secuestrados, violentados o asesinados.
A la creciente violencia en el territorio nacional contribuye la permisividad de la autoridad, la impunidad, la buena organización y persuasión de los grupos criminales para entrar al negocio, así como a la falta de decisiones estratégicas y enérgicas de la autoridad para enfrentar la violencia y la criminalidad.
Vivir en estado de sitio le significa a la sociedad vivir arrinconados, más allá del confinamiento por la Covid. Se expresa en no poder salir a comprar víveres ni medicinas, en no ir al trabajo, a la escuela –ahora no se puede- o a jugar e ir a ver a la novia y a los amigos, por el riesgo es no llegar o no regresar. Vivir en estado de sitio es la pérdida de la libertad y de los planes de vida. Estar sitiados es vivir con miedo, y si no veamos algunos datos institucionales: de enero a junio de este año se registraron 17 mil 996 víctimas de violencia, de acuerdo con la información de la Secretaría de Gobernación, y de enero a mayo de 2021, 423 feminicidios, 7.1 por ciento más que en 2020 y que el robo a transeúntes se haya incrementado en un 6.4 por ciento respecto del año anterior, y en el transporte el 19.3 por ciento, no sin olvidar a la pedofilia y la trata de personas que crecen cada día más.
El crimen organizado ha tomado y se ha enseñoreado en regiones enteras de Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Zacatecas, San Luis Potosí, Tamaulipas, el Estado de México, Baja California, San Luis Potosí y Sinaloa. Se van perdiendo soberanías estales y no poca soberanía nacional a manos de los grupos criminales convirtiendo a nuestro país en un narco estado.