Vivir para contarlo. En este país se pisotea la ley y no se hace nada por reparar el daño. Este viene desde arriba.
El estilo personal de gobernar del que hablaba don Daniel Cosío Villegas se impuso este domingo 10 de abril: se llevó a cabo la Consulta sobre la Revocación de Mandato, absurdo político que involucró a los mexicanos y en el que el Estado de Derecho se violó flagrantemente. Sin embargo, la voluntad ciudadana se hizo escuchar, ganó su voz en las urnas vacías, con un abstencionismo del 82 por ciento de ausentes en el ejercicio.
Las leyes convertidas en Constitución de la República en momentos de crisis como las de 1847, 1857 y 1917 en la que en Querétaro se dio legalidad a la vida democrática del país, hoy son letra muerta.
Se pasó por encima de la ley, se realizaron todos los delitos electorales imaginables, desde la publicitación de la figura presidencial en periodo de veda como lo establece la Constitución, hasta la exhibición frente a cámaras de la leyenda que el Presidente de la República escribió en su boleta de la consulta con lo que quedó asentado que actualmente el poder presidencial está por encima de la voz del pueblo.
La Ley soy yo, lo dijo AMLO de muchas maneras: con las decisiones tomadas, en los hechos y con metáforas muy en su estilo. Por encima de mi nada. Desde luego que el ejercicio, como se vaticinaba, no fue vinculatorio con el 18 por ciento que votó, el que está muy lejos del 40 por ciento necesario para que así fuera.
Queda claro que la pérdida del poder adquisitivo, que el encarecimiento de los productos indispensables, que la cruenta violencia que se vive en diversas regiones del país y que el mal manejo de la pandemia y el hartazgo hicieron lo suyo. El amor por el líder tiene sus límites y la ley no escrita de los ciudadanos se impuso.
Sin duda pasará a la historia la frase del presidente, “que no me vengan con el cuento que la Ley es la Ley”, así ha sido de facto con la reforma eléctrica, y lo será próximamente con la reforma electoral si no se hace nada y el INE que hoy conocemos habrá concluido su vida institucional y la legalidad de la vida ciudadana quedará sepultada.