Ninguna sorpresa en el debate del domingo, es como si éste lo hubiera narrado Pedro “el Mago” Septién desde un cuarto de hotel algunas horas antes –como se le atribuye al famoso y extinto cronista sobre un juego de béisbol–.
A nadie sorprendió la actitud de López Obrador o la proactividad de Anaya, así como la sobriedad de Meade. A alguno quizá arrancó sonrisas y a otros mucha decepción.
Cada quien conservó su posicionamiento, sólo El Bronco se coló. Si algo se mueve en las encuestas habrá valido la pena el esfuerzo del INE con un formato atractivo. De cualquier manera el ejercicio permite que la ciudadanía observe y contraste, el que era de cinco candidatos y terminó siendo de dos, a pesar que en algún momento José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel estaban en el centro del cuadrilátero. Después, sólo el Peje y Ricardo. José Antonio Meade siendo el más preparado, el más experimentado, el más plantado, perdió la oportunidad al excederse en mesura. No brilló.
Momento para recordar, la barbaridad de El Bronco con la propuesta de cortarle la mano a los corruptos, dos bromas buenas de Meade que no las explotó, Margarita con impacto moderado, y el Peje saliendo sin despedirse de nadie, el que se vió muy cansado, y sigue siendo el adversario a vencer en esta contienda en que brilló por su ausencia su humor característico.
Seguramente en breve contaremos con los números que reflejarán el impacto del encuentro. Al momento de entregar esta colaboración preferimos esperar el ejercicio demotécnico que apostar por el de la bola de cristal o por la participación del oráculo electoral del momento, en todo caso los candidatos no se moverán de su sí o de su no, respecto a quien ganó, mientras esperaremos que recuerden que para los que permanecimos frente a la pantalla no hay nada peor que la desesperanza. A final de cuentas, la Nación tiene una cita inexorable el próximo 1° de julio.
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@MargaJimenez4