La práctica del huachicol prolifera, siendo tema de seguridad nacional y todavía no escala una declaración de autoridad o candidato alguno sobre el particular, en este sentido, debates, conferencias, reportajes van y vienen y el tema se rezaga en la conversación pública nacional.
Ya se cuenta con mapas de esta red que inició el apogeo de su operación en Puebla cuyos ductos de gasolina son ordeñados sin que haya cuidado de estas redes por parte de autoridad alguna, ni se hubiera tomado como bandera de alguno de los partidos o candidatos en el actual proceso electoral, a pesar de las reiteradas menciones del tema en los medios de comunicación, como ocurre ya en el Estado de México que inició su proceso electoral para renovar congresos y alcaldías la semana pasada. El cinismo nos ha invadido y las protestas se han vuelto parte del paisaje y del ruido de la conversación pública, sin que pase realmente nada.
El tráfico huachicolero agudizado últimamente, así como el comercio de sustancias prohibidas, el de armas, de personas, de piratería se realiza no sólo con la omisión de la autoridad sino con la indiferencia o participación de “la sociedad vulnerable”, una sociedad dividida entre los que ven y los que se hacen de la vista gorda, lo que habla de una participación ciudadana cuyo señalamiento son votos a favor o en contra, como Nestora, heroína o villana de la sociedad y de su parido; cinismo puro, impunidad que involucra familias, comunidades y escalan el delito a secuestros, homicidios, cobro por derechos de piso y otras novedades como el asalto a trenes que pudieran llegar a producir problemas mayores.
Que se postule a delincuentes como Napoleón Gómez Urrutia o a Nestora es cinismo, que tantos presidentes municipales o candidatos estén siendo asesinados sin que se resuelva y no pase nada es impunidad, y que a pesar de ello el proceso no haga mención ni el INE establezca una postura en ese sentido deja mucho que desear en un pretendido Estado de Derecho.
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@MargaJimenez4
