Curiosamente… Se cuenta que en época de la colonia, Isabel Hernández, una aristócrata del virreinato en la Nueva España, cierto día acudió con el padre Benito Pedrochea, quien fuese su confesor y le pidió consejo para terminar con las horribles visiones que le atormentaban de día y noche.
A Isabel se le aparecía la silueta de un hombre que colgaba de una soga y permanecía así por un largo tiempo, a pesar de los gritos que la aterrada mujer emitía.
El padre Benito, escéptico de los increíbles relatos, consolaba a la desafortunada mujer diciéndole que todo era producto de un mal sueño o de su imaginación, que no era posible fuese real. A pesar de las palabras del cura, Isabel continuaba asistiendo en busca de un poco de consuelo a su parroquia.
Cansado de las súplicas de la mujer, el padre Benito le prometió que acudiría a su domicilio para hacerle ver que todo era parte de su imaginación y que ella no debía temer porque su alma se encontraba libre de todo pecado.
El religioso llegó a la casa de la mujer, en lo que ahora es la ciudad de Toluca, y esperó para demostrar que no existía tal hombre colgado. Pasaron las horas y todo estaba en calma. Pero a las doce de la noche en punto, cuando el clérigo estaba por irse, de pronto, ante sus ojos, y por inexplicable que parezca, la descarnada figura de un hombre colgando de una soga apareció.
Isabel se desplomó en el suelo y el padre Benito, haciendo uso de sus conocimientos religiosos, ordenó en nombre de Dios a aquel ser, decir qué era lo que quería; el hombre con voz espectral le respondió que necesitaba hablar con Isabel, y al despertar la mujer, con mucho miedo, escuchó lo que el colgado contaba.
El ánima en pena relató que hacía tiempo había deshonrado a una buena y joven mujer, prometiéndole matrimonio sin cumplirlo y huyó al culminar con sus malas intenciones. El hombre murió poco después y desde entonces el pagaba su pena en un horrible y oscuro lugar. Para salir de ahí necesitaba encontrar el perdón y sólo lo tendría si Isabel le ayudaba, porque ella conocía a la deshonrada mujer.
Isabel se convenció e intentó que la hija de su amiga le perdonara explicándoles que sólo así el hombre podría salir de ese horrible lugar, donde su castigo eterno era mantenerse colgado del cuello con una soga, pero ellas no querían hacerlo. Hasta que la hija accedió, pero nunca lo perdonaría con el corazón. Desde entonces el ahorcado aparece sin encontrar consuelo por sus malas acciones.
Algunos afirman haberlo visto en el primer cuadro del centro histórico de la ciudad de Toluca, no tiene horario en específico, sólo se aparece de repente para asustar a los comensales y visitantes de la ciudad y recordarles su trágica historia.
¿Lo has visto? ¿Te atreverías a recorrer a media noche las calles en busca de comprobar la historia?