Toluca/Estado de México
Se desarrollaban los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, cerca de 47 atletas se prepararon para salir alrededor de las 8 de la mañana del Estadio Olímpico, para marchar el circuito de 20 kilómetros, destacando los marchistas del Estado de México Bernardo Segura y Noé Hernández.
Era una mañana calurosa y, como se esperaba, los cinco marchistas favoritos empezaron a marcar el ritmo. Conforme iban devorando kilómetros, se iban definiendo los primeros lugares, dejando atrás a aquellos que no podían seguir con el paso que se iba imponiendo hacia el final de la carrera.
Se llegó a los 15km, donde el polaco Korzeniowskiy, Segura y Hernández se separaron del resto de los marchistas. Los tres luchaban codo a codo por la medalla de oro.
El originario de San Mateo Atenco, Bernardo Segura, empezó a poner distancia entre el polaco y su compatriota en los últimos metros de la competencia, ya sobre la pista de atletismo, con un último sprint final, llegó en primer lugar, entonces, el drama empezó.
Bernardo Segura y Noé Hernández se fundieron en un abrazo. Habían hecho el 1-3 y todo era gozo y celebraciones. Se pasearon por el estadio con una bandera de México a cuestas.
Segura se puso un sombrero de charro y empezó a dar entrevistas a la prensa. Estaba en plena llamada con el presidente, Ernesto Zedillo, cuando ocurrió lo impensable: le mostraron la paleta roja que lo descalificaba y le arrebataba el oro.
Confusión, extrañeza, incredulidad. Nadie entendía por qué el jefe de los jueces, Brian Roe, despojaba de esa manera a Segura de su medalla dorada al marchista, delante del público en el estadio y los millones de televidentes en México y el mundo.
En el estadio olímpico se confirma la noticia: “Atención, señores periodistas, autoridades de la IAAF (siglas en inglés de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) han confirmado la descalificación del mexicano Bernardo Segura en la prueba de 20 kilómetros de caminata. Robert Korzeniowski es el ganador de la competencia. Noe Hernández es segundo lugar, y tercero Andreyev Vladimir”.
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En unos minutos, el mundo se derrumbó alrededor de Bernardo Segura. Las autoridades deportivas mexicanas se movilizan para investigar que pasó. Mientras, el andarín trata de entender el porqué no podrá subirse a lo más alto del podio, recibir la medalla de oro, ver la bandera de México ondear en lo más alto y cantar las notas del himno nacional.
Al día siguiente en nuestro país y varias partes del mundo, las portadas de los periódicos iban en el mismo tenor: ¡Robo! Una profunda decepción invadió a todos, pero sobre todo, a Bernardo Segura. El oro, la preciada medalla, el anhelo de todo atleta le fue arrebatado de entre sus dedos cuando lo sentía suyo. La descalificación maldita de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, una de las páginas más tristes en la historia deportiva de México.
También fueron 20 minutos de gran euforia para Bernardo Segura y 20 minutos después de no poder asimilar el trago amargo de la descalificación y vivir una pesadilla muy triste en la historia de los Juegos Olímpicos.
“Son muchas irregularidades las que pasaron. Yo me quedo con lo que viví en esos 20 minutos, de euforia, de gozo, de paz, de tranquilidad, de emoción, todo eso que viví en 20 minutos es indescriptible. Podrá tener la medalla de oro Robert Korzeniowski, pero nunca va a poder demostrar que cruzó primero la meta”, expresó Segura.
Hace un año, Bernardo Segura confirmó que tras 21 años de aquella polémica decisión, buscará apelar; sin embargo, por el COVID-19, todo se detuvo, pero espera que se haga justicia y que él deje de ser el “medallista fantasma” que tiene México.
“No he checado todavía con los abogados, pero si ahora veo que no ha prescrito la denuncia, lo voy a hacer en su momento, lo de la pandemia lo ha retrasado todo. Quiero tener argumentos muy sólidos, tener el respaldo de un abogado de categoría, de nivel y pelearla, pelearla en la mesa. Se han ganado por temas de dopaje, pero por este tema tengo entendido que sí se han dado casos. Lo vamos a intentar, no pierdo absolutamente nada”, concluyó Bernardo Segura.
Así el 22 de noviembre del año 2000 es una fecha que las justas olímpicas y el deporte mexicano jamás podrán olvidar, por lo que sucedió a Bernardo Segura de la famosa "medalla fantasma".
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