Almoloya de Juárez
Castillería de colores que dará vida a figuras como trompos, piñatas, trajes típicos de tonalidades fucsia, verde, lila. Luces que iluminarán el vuelo de Águilas y enmarcarán códices que identifican las raíces mexicanas serán observados por cientos de japoneses el próximo 4 de noviembre durante el aniversario del parque de diversiones más grande de Japón.
Se trata del primer contrato comercial entre artesanos de fuegos artificiales entre la nación oriental y el Estado de México, que surge del proyecto liderado por David Silva, quien se dedica a la quema de pirotecnia aérea, pero que abogó por cinco talleres -dos de Zumpango y tres de Almoloya de Juárez-, para intercambiar estos trabajos artesanales que son -sin duda alguna- la representación de las tradiciones que para muchos mexicanos es molesta, pero que en otros continentes es valorada por los detalles que conlleva.
Serán Torres de 23 metros de altura por 60 metros de extensión, en ellos van figuras representativas de México. “Inicialmente pensamos en llevar caricaturas, kimonos u otros detalles que serían propios de esa cultura, pero nos pidieron que todo fuera muy mexicano y entonces llevaremos lo mejor de nuestras raíces, de lo festivo de esta nación”.
Salomón Pérez, propietario del taller de pirotecnia “Fuegos Artificiales Cerro del Molcajete”, ubicado en Almoloya de Juárez, y uno de los principales promotores de esta iniciativa, platicó que entre las adversidades a las que se han enfrentado está la transportación y la variación entre las certificaciones entre ambas naciones.
“Nosotros no tenemos las acreditaciones que ellos solicitan y en realidad el gobierno mexiquense no nos ayudó tanto como nosotros hubiéramos necesitado, por ejemplo a través del Instituto de la Pirotecnia (IMEPI)”, platicó.
El taller, casi enterrado en el cerro, entre perros callejeros y magueyes, está casi imposible de identificar. Al llegar, vemos un techo que permite la visibilidad hacia el exterior porque es la forma en que pueden laborar los jornaleros que por lo menos pasan medio día en este lugar, entre costales de pólvora, carrizos de cartón y papeles de colores.
Tres de ellos son los encargados de elaborar la base, es la parte que impulsará las tonalidades, las gamas que darán vida a esta nueva etapa de la pirotecnia en la entidad.
“Buscamos conservar esta relación, porque ellos no saben realizar castillería y la idea es intercambiar fórmulas, pues ellos tienen otras líneas de producción, además los mexicanos lo hacemos todo a mano, ellos lo hacen con maquinaria”.
Desde agosto están los castillos en el mar, será en estos días que lleguen a Japón y para su detonación debieron capacitar a japoneses que con ayuda de un traductor, conocieron del trabajo que usualmente realizan 20 artesanos por torre, pero que ahora serán responsabilidad de extranjeros.
“Habrá apaches, pirámides, juguetes tradicionales autóctonos, mariachis. Ellos apoyarán con logística y los montacargas, nosotros hicimos todo con los dedos, ahora ellos harán todo con los ojos, solo hace falta mirar al cielo y observar nuestro trabajo”.