Tecomatlán
A un mes del sismo que afectó gravemente a 12 municipios, la ayuda gubernamental llega a cuentagotas. Al menos eso platican los habitantes de Tecomatlán, pueblo de Tenancingo, uno de los más dañados por el temblor del pasado 19 de septiembre.
En este lugar, 80% de sus habitantes se dedican a la panadería. Es casi una tradición familiar la producción de pan que en diciembre tiene la mejor venta. “Esperamos esta temporada por el pan de muerto que es la mayor ganancia en el año”, pero esta vez no será así. En estos momentos los panaderos duermen en cartones o láminas y dedican su día entero a demoler lo que queda de sus casas.
“Parece que cuando más ayuda necesita la gente, más trabas hay”, coinciden en señalar el encargado del albergue, vecinos de la comunidad y panaderos; éstos últimos los más perjudicados porque en algunos casos perdieron todo.
Estiman que resultaron dañadas gravemente al menos 80 casas, en las que había hasta 67 hornos de ladrillo que quedaron inservibles, algunos debieron ser derruidos en su totalidad puesto que la vivienda completa fue considerada de alto riesgo.
Hace 15 días acudió el gobernador Alfredo del Mazo Maza y estrechó las manos de los afectados, los miró a los ojos y observó los predios vacíos, ya sin escombros; allí, comprometió la entrega de recursos para la reconstrucción de sus casas en donde habitan hasta tres familias.
“Me dijo que iba a rehacer mi horno ¿para qué quiero eso? Lo que necesito es el cuarto de mi madre que cayó por completo y la casa de mis hijos, mi horno está en buen estado”, dijo uno de los panaderos afectados.
El viernes 13 de octubre acudió personal de gobierno estatal, le entregó 10 varillas, cemento y un metro de arena. El recurso a través del empleo temporal es de mil 300 pesos por mes y sólo se los entregarán por tres meses. “¿Dónde se ha visto que una casa se construya de arriba hacia abajo? Lo que necesitamos es piedra para el mamposteo”.
Los vecinos temen que con este tipo de apoyos pretendan responsabilizar a los beneficiarios de haber dado mal uso al material, “porque como no lo podemos utilizar, se va a echar a perder en caso de que llueva. Por eso no recibí las 10 varillas y la arena, porque aparte ¿eso de que me sirve?”
Don Ignacio Reyes compró ladrillo, grava, piedra y paga la mano de obra, su casa fue demolida el 23 de septiembre.
“Sí necesito, no lo niego, pero hay que tener dignidad”.
A Tecomatlán llegaron el delegado de Desarrollo Económico, el presidente de Rotarios, personal de los gobiernos federal, estatal y municipal, el sector salud de Tenancingo, pero llegó más rápido la sociedad civil, organizaciones de jóvenes, alumnos de varias escuelas, adultos y familias enteras.
No acceden al apoyo
Los vecinos se arremolinan cuando acuden personas ajenas a las instituciones gubernamentales para platicar su caso, la mayoría son denuncias por la falta de atención o la imprecisión con la que entregó los apoyos el alcalde Roberto Sánchez Pompa.
Por ejemplo, unas vecinas platicaron que para inscribirse en la lista de beneficiarios del FONDEN debían entregar fotos de la casa en pie. “Muchos no conocen de tecnología y menos de celulares porque aquí no hay señal, entonces pocos compran un móvil”.
Ponen una lista enorme de documentos o requisitos para registrarse, pero ya que los juntas te dicen que uno de ellos no sirve, entonces te niegan el acceso.
“Aquí la gente es bien humilde, la mayoría panaderos”.
El albergue sigue funcionando
En Tecomatlán hay tres delegados, cada uno destinado a tareas diferentes, Fernando Pacheco Herrera, (tercer delegado) aseguró que ya está el poblado en calma. “Ya comenzó a llegar la ayuda, por ejemplo el INAH determinará el destino de la parroquia”.
Señala que de las 130 casas afectadas, al menos 50 fueron derruidas y “hemos recibido apoyo del gobierno estatal; está llegando la ayuda y si se dan cuenta ya muchas personas están comenzando a trabajar”.
El albergue prácticamente está vacío, porque todo vuelve a la normalidad, sólo las escuelas no están habilitadas pues no tienen el dictamen de daños físicos, pero ya en unos días lo tendrán porque ya está el trámite. Por lo pronto no hay clases en el kínder, la primaria y la secundaria.
Sin embargo, el encargado del albergue, Miguel Cruz, indicó que hay todavía 23 familias de 12 casas que están por demoler y otras ya derruidas, la mayoría pernoctan en este sitio, casi todos panaderos.
Son 29 niños y todos duermen en tarimas, colchonetas.
Tienen acondicionado el lugar para guardar su ropa, alimentos que han llevado organizaciones civiles y el material de construcción, por ejemplo el cemento.
“Tiene un mes que sucedió esto, entiendo que el gobierno está haciendo lo necesario, pero honestamente es un mes y no tenemos nada. Muchas autoridades van y vienen pero todo se ha quedado en palabra, sólo las organizaciones civiles mantienen la entrega de víveres”.
Por ejemplo, para poner en pie su horno, tendría que desembolsar 48 mil pesos para la mano de obra, más el material para el amasijo.