Iluminar el camino a los que trascendieron a otra forma de vida es una labor que corresponde a los vivos; por eso la producción de velas en noviembre es algo así como darle a los que ya se fueron la luz eterna, para que cada año vengan a visitarnos, al menos esa es la creencia de los hermanos Araujo, quienes se dedican a este oficio de las ceras desde hace más de 40 años.
Los hermanos Cirilo y David Araujo Martínez tienen su taller en Santa Cruz Atzcapotzaltongo, en la ciudad de Toluca. Son uno de los 12 talleres artesanales dedicados a la elaboración arte de velas de todos tamaños, pero que esperan la temporada del Día de Muertos con muchas ansias pues es la época cuando hay mayor número de ventas.
“Hay muchos que no creen en eso; pero la verdad, la mayoría de las personas en Toluca somos fieles a la llegada de nuestros difuntos, sobre todo los más grandes y estamos seguros de que van a venir a visitarnos”, dijo Cirilo.
El taller es un pequeño espacio en donde, si bien hay dos máquinas para elaborar uno de los tipos de velas, la mayor parte del proceso es a mano, por ello lo llaman artesanal. “Desde hace 40 años que nos dedicamos a esto, mi papá fue quien inició con el taller y luego le dimos continuidad. Mis hijos, por ejemplo, decidieron estudiar una carrera, una licenciatura y pues yo les digo que los apoyo, pero no dejen el negocio porque esto les va a dar de comer para siempre”.
Católico y creyente en que la luz de los pabilos iluminará el sendero por el que transiten las almas de los fieles difuntos, platicó que darle continuidad al oficio es complejo porque la mayoría de los jóvenes buscan empleos que les permita ser millonarios con facilidad, sin mucho esfuerzo y menos dedicando tantas horas al día.
En la elaboración diaria de mil 200 velas invierten hasta 15 horas, depende del tamaño o grosor. Ellos son especialistas en ceras de dos a seis kilos. Para cada producción deben colocar bloques de cera que pesan entre 25 y 30 kilos en cazos con 58 o 60 grados de temperatura, lo que hace del oficio una tarea de riesgo, por el manejo de este material.
Cirilo narró que en estos últimos años innovaron con una pieza en forma de hojaldra o pan de muerto, con color naranja y que lleva tintura vegetal, es una nueva opción que llevan a sus clientes -en su mayoría locatarios de la central de abasto o comerciantes- a quienes les entregan alrededor de 15 piezas por día.
El arte de la cera no es simple, lleva mucho tiempo para detallar cada una de ellas. En una rueda con 600 pabilos invierten horas de vaciado de cera hasta lograr el grosor deseado, luego hay que cortarlas, quitarle la rebaba, ajustarlas a la medida y ponerlas en cajas.
Cada una puede ser vendida a partir de los dos pesos en adelante depende el tamaño; el intermediario decide cuánto más le gana, pero estos productores logran ventas tan importantes como la marca nacional más conocida en México, lo que les ha permitido incluso registrar algunas
Los hermanos están seguros de que su cera ilumina el camino de muchos seres amados, están agradecidos por este oficio, felices de haber logrado lo que nadie es capaz: “le dimos vida al camino de vuelta que toman los muertos”.