Calimaya
Julio César Gómez Hernández encabeza el proyecto de “La Rebocería” que nace con el interés de promover el trabajo de las artesanas del municipio de Calimaya, pues esta tradición que se perdió y surgió hace más de 200 años, necesitaba rescate porque el trabajo de las puntas es pagado en precios “miserables”, por lo que el proyecto pretende consolidar una industria que no solo es antigua sino que podría detonar el desarrollo económico de quien la trabaja, además de ser un elemento turístico.
Precisó que son más de cuatro generaciones de hombres y mujeres que elaboraban rebozos de cintura. Por ello, esta nueva empresa conformada por jóvenes, desde hace tres años lanzó el programa, convocó a especialistas en la técnica, e integraron inicialmente a 10 mujeres para emprender la producción de los diseños en blusas, cinturones, chalinas y otros con diseños exclusivos, propuestas que son únicas de esta localidad y otras tantas de Tianguistenco.
“Incluso viene gente de Santa María del Río (dónde hay venta tradicional de estas piezas, en San Luis Potosí a comprarnos el producto, se convierte en un referente de venta. Es trabajo completamente original.
"Inicialmente nos juntamos algunos amigos con la tecnología, la información y el diseño para consolidar una empresa que pasó una década investigando, después logramos rescatar 'la punta', como se llama la elaboración del tejido".
Detalló que hay quienes trabajan la artisela y otra opción que es “de nudo”, pero hay más de 20 estilos de punta, muchísimos más desconocidos que el propio proyecto quiere resctar, pues se perdieron con el paso de los años.
“Por falta de un buen pago perdimos técnicas como contar hilos, además de sembrarlos (separarlos a partir de que comienza el rebozo y continuar el trazado). Es lo que hemos estado rescatando, nos preocupamos porque no solo ganemos nosotros sino ellas y dignificar el precio del producto con una promoción más amplia”.
Por el momento la venta de La Rebocería es por internet, además cuentan con un sede en Calimaya y otro más en la Ciudad de México, aunque exportan a Estados Unidos, además los venden en la zona norte del país.
Otra parte de este proyecto es quitarle el estereotipo, pues muchos asocian su uso con “ser una María o con los indígenas y pueblerinos”, por lo que promueven entre los jóvenes portar esta prenda, especialmente durante la temporada invernal, sin quitarle el nombre porque hay quienes lo llaman chalina y es un producto completamente mexicano.
“Significan horas de trabajo y una historia de cientos de años. Tenemos desde los más económicos con puntas sencillas en 600 pesos hasta pedidos especiales de 2 a 3 mil pesos, aunque depende del lienzo, pues por ejemplo para Lula Montes (diseñadora de alta costura toluqueña) maneja una punta de 80 centímetros. En algunas piezas de Calimaya hay rebozos que caben por un anillo, incluso han concursado a nivel nacional e internacional, con hilo de seda.
Venderlos es muy difícil, por lo mucho que abarataron los precios en otras latitudes, en un mes logran vender hasta 15 en promedio, aunque en algunos poblados de Calimaya logran colocar hasta 200 pero en costos muy bajos, han llegado a vender 700 piezas con precios muy reducidos. Pero el internet se ha convertido en una magia para esta empresa.
