Introducción
¿Qué más transformación radical que oponerse a los dictados de la «naturaleza» o bien a la hipotética voluntad divina? En el caso del mundo de las familias, las ciencias biomédicas y la genética en particular se enfocaron a investigar las causas de la infertilidad. Renunciaron a que toda mujer infértil –que deseara procrear– continuase confinada en las mazmorras del descrédito y del estigma social. Fue así como en 1978, en Inglaterra, nacía Louise Brown, la persona que había sido fecundada gracias a los avances de la biotecnología e, In Vitro, se había conseguido que, con uno de los óvulos de su madre (Lesley Brown) fuese fecundada con un esperma de su padre. Por ende, había dado frutos la Fecundación In Vitro (FIV). Nuevamente, para los pensadores de cepa conservadora, se asomaba poco más que el infierno, porque habían cometido el sacrilegio de corregirle la tarea al Creador.
He de traer a colación que a pesar del resonado caso de Louise Brown, quien cumple 40 años de edad, la tecnología reproductiva ya se había logrado un siglo atrás, en 1884, cuando una mujer –no estéril– fue inseminada con el esperma de un donador (padre biológico) pero tanto el cónyuge de ella como el médico que lo llevó a cabo, decidieron no informarle a la nueva madre, para evitar que se opusiera a dicha procedimiento. Asuntos oscuros de la ética médica y del padre social.
En México se estima que 1.4 millones de personas necesitan recibir atención por infertilidad, a través de alguna de las Tecnologías de Reproducción Asistida (TRA). Tanto el Consejo Nacional de Población (CONAPO) como el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) notifican que actualmente 17% de las mujeres en edad reproductiva sufren de infertilidad. En el mundo, se calcula que 80 millones de personas padecen de infecundidad. Ante ello, el deseo de procrear y de fundar su propia familia, especialmente si se tienen los recursos económicos, les lleva a buscar y probar distintas alternativas a su alcance. Sin embargo, de todos los intentos realizados mediante TRA en el mundo, poco menos de la cuarta parte logrará el resultado anhelado.
Fecundación In Vitro [FIV]
Es una técnica de inseminación que, en su forma más original, logra unir en el exterior (In vitro) el óvulo de la madre biológica con el esperma del padre, también biológico. Debido a distintas condiciones que priman en el padre, la madre o en ambos, la fecundación no se puede dar en condiciones naturales, es decir, como producto del coito e intrauterinamente y, tanto la ciencia como la tecnología resuelven ambos escollos. De la misma manera que a finales de la década de los 60 la pastilla anticonceptiva separó el encuentro sexual del consecuente embarazo, para dejarlo en divertimento o recreación, la FIV prescindió de la entrega íntima para hacer posible la fecundación. Dos revoluciones hechas para el campo de la sexualidad humana y, a la postre, en el mundo de las familias.
Es cierto que ocasionalmente esta técnica ha generado embarazos y partos múltiples. Con ello, la pareja pasa, en unos cuantos meses, de esperar un descendiente a tener que criar a dos, tres o cuatro hijos(as) de manera simultánea. Los vericuetos y dificultades familiares e intrafamiliares no son asunto menor cuando ello sucede.
La ICSI atiende la infertilidad masculina
A partir de los avances generados por la FIV, se abrieron otros cauces para acrecentar las opciones de procreación. Aunque puede parecer injusto para algunos, se puede decir que la FIV estuvo más enfocada a resolver asuntos de la infertilidad femenina.
Una década y pico más adelante (1990), se puso en marcha la técnica denominada Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI, por su nombre en inglés: IntraCytoplasmic Sperma Injection). A pesar de los imperativos patriarcales y machistas, se acepte o no, algunos hombres en todo el planeta, tienen deficiencias que tienen que ver con la baja producción de espermatozoides o con una lenta velocidad de sus gametos y, por ello, no logran llegar al óvulo de su pareja de base o alterna, para lograr el intencional embarazo. Con esta técnica de reproducción asistida, el mejor proceso de la ICSI consiste en inyectar un solo esperma para fecundar el óvulo (regularmente de la madre biológica). Se comprenderá que es una tecnología de alta precisión que, eventualmente logra su cometido.
Inseminación intrauterina
Consistente en estimular, durante un lapso de diez días, el crecimiento y maduración de los óvulos de la futura madre. Una vez conseguido dicho proceso, se solicita al padre biológico una muestra seminal; obtenido por sí mismo mediante la masturbación o, en otros casos, aplicando la técnica de Aspiración Microquirúrgica de Espermatozoides del Epidídimo o bien, por Extracción de Esperma Testicular. En el argot científico-reproductivo, a la primera se le conoce con el acrónimo MESA y a la segunda, TESE. En ambas técnicas, el nombre tiene relación directa con su denominación en idioma inglés.
Una vez que se obtiene la prueba espermática, apoyados con la tecnología adecuada, se eliminan tanto el plasma seminal, así como aquellas moléculas que impiden que el esperma fecunde. Los espermatozoides, libres de ambos elementos, son colocados en una pipeta para enviarlo a un catéter y, dicha sonda se introduce en el útero, para así aumentar la probabilidad de que ocurra la ansiada fecundación del óvulo.
Los tres procedimientos anteriores revisten debates médicos, éticos, familiares, sociales, culturales, así como en materia de Derechos Humanos. Dichas tecnologías han estado más al alcance de parejas que pertenecen a las clases sociales altas en prácticamente la mayor parte del primer mundo. Para tratar de atenuar el impacto de precarias condiciones económicas, a principios del año 2015, en el Estado de México se inauguró la Clínica de Fertilidad «Biología de la Reproducción». Si como entonces se anunciaba, estimaban atender a 1,500 parejas anualmente, a la fecha, quizá se hayan alcanzado cerca de seis mil casos que requerían de este tipo de tratamiento para dar inicio a su propia historia familiar.
Las preguntas que se abren son las siguientes: ¿Las parejas que carecen de recursos económicos y que quieren ser madres/padres, no lo serán debido a su clase social? ¿Quienes desconocen la existencia de estas técnicas deberían recibir información para tomar sus decisiones? ¿Todos los gobiernos de los Estados-Nación deberían tener políticas públicas y programas para que su población tenga acceso a estas tecnologías reproductivas? En caso de que lo anterior fuese aprobado, ¿debería tener costo la tecnología reproductiva o ser gratuito para las parejas demandantes? ¿Y, si el acceso a estas técnicas reduce la atención a programas de educación, empleo o vivienda, deberían seguirse apoyando? Al menos, en México, poco se ha discutido frontalmente al respecto.
Bancos de semen
La fecundación de un óvulo, mediante el uso de un esperma donado, por ende, que no procede de la pareja masculina de quien será la futura madre, traza una larga data. Los primeros logros se dieron en el año 1884. Entre 1938 y 1945, se descubrió que el semen, al ser congelado, podía ser reactivado y que los espermas volvían a recuperar su función y vitalidad. Cuando las primeras mujeres comenzaron a lograr su embarazo utilizando para ello la introducción de espermas mediante alguna Técnica de Reproducción Asistida con Donación de gametos (TRA-D), se consideró que la mujer había cometido adulterio y que el hijo o hija había nacido fuera de la institución matrimonial; por ende, que no podía llevar el apellido del padre social.
Largas luchas se dieron en Gran Bretaña y en los EEUU hasta que, a principios de 1970 se instaló oficialmente el primer banco de esperma. A partir de entonces, en varias partes del mundo es posible acudir a la TRA-D como otra de las alternativas para lograr la procreación y, con ello, enrumbar otras formas de vida familiar.
Reproducción Asistida. Irrigación hacia otros grupos sociales
La biotecnología y la genética, con su inmenso aporte han generado milagros inimaginables para nuestra condición humana. En el amanecer de la década de los 70, cobijados en el pasado siglo XX, quienes tímida o valientemente advertían a sus familiares que eran lesbianas, homosexuales, travestis o bisexuales, automáticamente les caía la espada de Damocles, cortándoles la cabeza de la fecundación, de la maternidad o de la paternidad, incluso a través de la adopción en sus distintas modalidades. Al mismo tiempo, eran condenados al ostracismo por quedar expulsados del matrimonio y de la familia heterosexual. No se asomaba peor castigo que ser homosexual.
Vientres subrogados: La diáspora
Pero resulta que, gracias a las distintas técnicas de inseminación artificial, así como a la incipiente subrogación de vientres, lograda en los años 1985 y 1986, tanto en EEUU como en Reino Unido, comenzaron a resurgir mujeres lesbianas que, por sus ovarios, así como debido a sus personalísimas fuerzas psicológicas, en pareja y/o con apoyos de otra índole (usualmente no familiares), optaron por una maternidad de tipo: Elegida.
Entonces decidieron ser madres por voluntad, a pesar de tener que colocarse fuera de los cánones heteronormativos, machistas y patriarcales que les habían conferido a: Nunca ser progenitoras, en tanto no habían elegido pareja masculina para procrear, ni casarse ni formar una familia en la que estuviesen dispuestas a ser inferiores o dominadas por una varonil pareja. Lo mismo sucedió con los masculinos homosexuales.
Sin desprendernos de las tecnologías como la FIV o la ICSI, porque no se podrían explicar las subsecuentes, la subrogación de vientres ha generado una transformación familiar que no tiene parangón. Veamos algunas perlas emblemáticas a manera de ejemplo.
Pongamos un caso: Una pareja o matrimonio gay ha decidido que quieren ser padres. Dejemos a un lado, por un momento, si perdurarán o no unidos, porque en el sacrosanto mundo heterosexual cantamos bastante mal las rancheras que ostentan: «Contigo hasta la muerte, mi amor».
Regresemos al caso que ahora tenemos: Ninguno quiere ser el padre biológico porque no desea que exista desequilibrio a la hora de tomar decisiones con respecto al hijo o descendiente que tendrán mediante subrogación de vientre. Se puede adicionar que la pareja de gays no desea presencia de sus genes en el hijo o hija, por si acaso ello contribuye a que resulte homosexual, muy heterosexual o mujeriego, como alguno de los hermanos de ellos. Entonces, deciden ir a un banco de semen para elegir (padre biológico), así como a un banco de óvulos para seleccionar progenitora (madre biológica) y, una vez lograda la fecundación, pedir que una madre subrogada (madre gestante) lleve a término el embarazo y el parto.
¿Cuántos padres/madres tendrá el hijo/a de esta pareja gay? Parece que serán cinco los progenitores de la nueva chica o del chico. Es decir: Dos, por cuenta de padre y madre biológicos; una más, por lo que toca a la madre gestante, en tanto lo tuvo en su vientre por un lapso de siete o nueve meses y, dos más derivados de los dos padres masculinos que, buscaron con denuedo ser progenitores por elección, a fin de formar su familia.
Si a lo anterior agregamos que la donación del óvulo le viene de una persona de nacionalidad danesa; el esperma es de un donador anónimo que, se sabe, radica en España; la mujer que recibió el embrión, en tanto vientre subrogado vive en la India y, la pareja gay está integrada por un estadounidense nacido en Pennsylvania y por su cónyuge de origen turco ¿Qué tipo de familia es esta? Una nueva, distinta; pero, sobre todo, se desmarca de varios elementos convencionales: 1) De la relación coital y del consecuente embarazo; 2) De la paternidad-maternidad, reducida a dos personas de orientación heterosexual; 3) Del sentido territorial que nos lleva a la nacionalidad y a uno de los elementos de la identidad, en el sentido tradicional; 4) Del pasado familiar que únicamente funde a los sistemas de dos progenitores y, 5) Del sentido de la fraternidad, así como de otros vínculos intrafamiliares que quizá conocerá parcialmente el nuevo ser, cuando sea mayor.
Corolario
Afortunadamente existen muchas otras formas de vida familiar. Aquí me he ocupado solamente de algunas; en algunas estructuras comentadas aquí y en las cuatro colaboraciones precedentes, apenas son la punta del iceberg. La transformación de las familias, de sus trayectorias, formas de integración, desarrollo y búsqueda de nuevos cauces, mantendrá su imparable marcha, derivaciones, mezclas e inéditas formas de existencia. Con la reactivación más reciente de nuevos flujos migratorios en distintas direcciones del orbe, las familias se escinden y buscan nuevos derroteros. La maternidad y la paternidad por elección, al margen de la heterosexualidad más convencional, está dando sentido a nuevas vías de parentesco, de relación y de interacción. A través de su biografía, cada persona seguirá enriqueciendo el mosaico de la diversidad familiar.