Lo que a continuación les escribo, es lo que le pude decir a mi querido amigo Gerardo Viloria, este último viernes. El Colegio Mexiquense, a través del doctor César Camacho, me abrió las puertas. Mi querido amigo Rodolfo Sandoval, me hizo segunda. El texto dice así:
Tengo un enorme agradecimiento por este día. Mejor, pienso, no podía ser. Estamos juntos, para dar un reconocimiento a alguien a quien todos queremos mucho.
Gerardo apareció de sopetón y sin previo aviso en mi vida, un día como pura serendipia. Entorno brillante, muchos amigos comunes y su voz maravillosa. Se me ocurrió entonces, ¿por qué no? que era importante juntar a la crema y nata de la comunicación de este nuestro México.
Creamos juntos el grupo colegiado de Comunicadores, Editores y Periodistas de nuestro Estado. Y pensé que no había otra persona mejor que él para que nos orientara, platicara, programara y dirigiera a ese grupo. Y como magia, aceptó. Con esa enorme voz de credibilidad que lo ha caracterizado. Crear políticas públicas alrededor de la comunicación social de este Estado, valdría la pena.
Creo que todos los que hemos ejercido la comunicación en este lado de la República Mexicana, conocemos a Gerardo. Es un hombre de excepción y así lo dice su vida entera.
Buenos oficios, buenos tratos, buenas maneras. Además de un manejo de vida impecable. Su esposa Mariel y sus cuatro hijas, han sido su porqué y su para qué. Nietos incluidos, por supuesto.
Gerardo ha sido mi hermano, mi amigo y mi maestro. Me he peleado con el mil veces, confieso, y él ha sido de lo más prudente y amable siempre. Pero siempre. Estoy reuniendo a todos ustedes que gentilmente aceptaron, porque un día, él primero, nos honró a varios de los que estamos aquí, con la medalla: Gerardo Viloria.
Este, es un día muy importante para todos nosotros. No llegamos ni un día antes, ni un día después: llegamos a tiempo. Venimos alrededor de la palabra más fuerte que mueve todo lo indecible y que es capaz de dar giros a las vidas y ¿por qué no? también saltos cuánticos: esta palabra se llama amor. Venimos a honrar el hecho mismo de ser todos-todos amigos y hermanos.
Queridos todos, muy buenos días: A ti, Mariel, esposa de Gerardo, en especial.
Les platico: Cuando le pedí a mis queridos: César y Rodolfo que me hicieran fuerte en este abrazo fraterno para Gerardo, lo hicieron por supuesto, pero, además, con singular alegría.
Estamos aquí en este que es el Colegio Mexiquense, A.C., cuna de la investigación social e histórica de excelencia, del Estado de México que nos abrió sus puertas y esto un verdadero honor.
Y te escogimos a ti Gerardo que, en esta vida, te has dado a la tarea de convocar a la gratitud, a la gana de vivir, a la fuerza de luchar, y a la alegría de entender qué es lo importante en este plano.
Llamamos tiempo, a la parte visible de la existencia. Existir es más que lo visible. Y todo, en esta fría mañana de Toluca, que se vuelve rica-rica con los abrazos y afecto que nos tenemos.