Los altos niveles de contaminación que se registraron en la zona metropolitana del Valle de México en las últimas semanas provocaron la suspensión de clases en todos los niveles y metieron a millones de niños y jóvenes a sus casas pero dejaron de lado los llamados de grandes figuras mundiales como el del papa Francisco quien desde el Vaticano urgió a la humanidad a realizar cambios en el estilo de vida y de consumo, encíclica que incomodó a los ricos industriales que contaminan. La televisión no puso nada de su parte para impulsar un cambio contra la contaminación. Sólo noticias.
Este asueto obligado debiera ser una gran oportunidad no sólo para prevenirse de los efectos de la contaminación al aire libre sino convertirse en espacios de reflexión, acción sin automotores y cambio radical de hábitos que dejen atrás aquellos que provocan efectos negativos en el medio ambiente como el consumo de alimentos chatarra, en virtud de que las autoridades tanto promueven comer frutas y verduras, aunque no saben cómo convertir esta práctica en una cotidianidad.
En algunos gobiernos sexenales de los años 60 y 70 del siglo pasado en México la televisión mexicana tuvo una efímera chispa de destellos ecológicos al promover algunos hábitos beneficiosos para la ciudadanía que hoy podrían calificarse de esnobistas ya que estaba reciente la desgracia ambiental que acababa de vivir años atrás Londres con la muerte de 12 mil personas a causa de la niebla asesina.
En la ciudad de México ya se empezaba a ver con preocupación, preocupación que después se convirtió en leyes rigurosas pero para las pobres y no para las empresas, el nivel de contaminación. Antes de hacer leyes y crear organismos que regularan las actividades industriales contaminantes y se creara la estructura de los corruptos verificentros al estilo Durazo, una de las primeras medidas fue el cambio de la calidad de las gasolinas.
Pero la gran historia de fracasos, como la construcción del Metro que paliaría, según dijeron, el intenso tráfico vehicular de los años 60 cuyo parque era de 500 mil automóviles contra los casi 5 millones de la actualidad; los ejes viales; la construcción del Anillo Periférico, el Viaducto Miguel Alemán, el Circuito Interior y el Metrobús. Posteriormente los segundos pisos y grandes autopistas o el Mexicable de Ecatepec, no han servido para que acabe la contaminación de una de las ciudades más densamente pobladas y urbanizadas del mundo.
Todavía en los años 70 la televisión daba mensajes como “camine no contamine”. Ahora es imposible por dos razones: la criminal inseguridad y la promoción individualista del uso del automóvil o la motocicleta que se ha convertido en una nociva plaga (por necesidad y ante un transporte público ineficiente e inseguro).
Pero seguimos como en Londres de los años 50. ¿Quién verifica a las grandes industrias con chimenea? ¿Quién les exige renovar sus sistemas anticontaminantes? ¿Quién solapa a nivel municipal a los miles y miles de negocios que aún usan carbón y leña para sus pollos? Y ¿Qué hacen las autoridades para vigilar las grandes áreas verdes con naturaleza nativa para que manos criminales no las quemen? ¿Quién va a impedir que los verificentros sigan siendo la caja chica del gobierno a costa de la salud de la población?
El llamado a nivel mundial ya está hecho y las autoridades hacen oídos sordos. Y el mismo papa desde el Vaticano lo hizo público y los ricos contaminadores se irritaron y quisieron censurarlo. El papa no se dejó. Lo que dijo:
“La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilo de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Es verdad que hay otros factores, pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero emitidos a causa de la actividad humana.”
El papa Francisco continuó y arremetió contra los rícos industriales, quienes se enojaron:
“Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando de reducir sólo algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrían ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente desplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovables.”
El documental de Natioal Geographic, protagonizado por Leonardo DiCaprio, Antes que sea tarde, es otro llamado de alarma si la humanidad no cambia de hábitos. El principal el de la lastimosa corrupción al estilo Durazo de los mal llamados verificentros, estructura que debe desaparecer por su condición de podredumbre (“o pagas el salto o no apruebas la verificación”) en la que ya se hundió y ante su rotundo fracaso por las condiciones ambientales.
*Presidente de la ONG Franature