Existen hijos de 40 años que aún no pueden elegir a su pareja o más bien no pueden tener un noviazgo, si no es aprobado por su madre.
No es que se trate de un hombre solterón, se trata de hombres apegados a su mamá, que viven una vida de veinteañeros y que, cada vez que su mamá se entera de algún peligro -posible novia- de manera inmediata investiga a la susodicha para poder resaltar todo lo negativo de ella frente a su hijito -cuarentón- para desanimarlo y garantizar que no se enamore y quiera pensar en algo serio con esa mala mujer.
Se unen fuerzas cuando en la familia, además, existe una hija, pues así lo desaniman y hacen ver que todas son poca cosa pese a que él no tiene un trabajo estable, estudios y nada de patrimonio.
Lo triste es que su círculo de amigos ya se casaron y tienen familia y él ha tenido que bajar la edad de sus amistades para poder salir a divertirse.
Agradezco la confianza de Sandra para compartirnos la historia de su hermano, quien hoy tiene 63 años, su mamá hace cinco años que murió, su hermano vive enojado, triste y un tanto amargado, pues a pesar que por fin pudo tener una novia que no fuera señalada por su mamá, el proyecto de ser padre y ver crecer a sus hijos es complicado pues por más longevo que sea, difícilmente vivirá varias etapas con sus hijos, si sucede.
Sandra -la hermana- lamenta mucho ser cómplice de su mamá para que su hermano no tuviera una relación, pues hoy su mamá no está y no lo alentó a buscar una relación estable con raíces fuertes que sostengan un matrimonio.
Como estas historias muchas, y no es que sea malo decidir vivir soltera o soltero, lo malo es influir en una persona para que se quede sola.
La graduación de los padres será cuando los hijos puedan tomar decisiones sabias, correctas y apegadas a los valores.
La independencia de los hijos debe vivirse en cada una de sus etapas para no afectarlos en su desarrollo y puedan ser adultos autónomos.
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