Si un adolescente de 14 años comete un delito en el actual sexenio la pregunta más lógica es ¿en qué sexenio anterior se formó durante todos esos años y cuáles fueron las condiciones socioeconómicas en que se desenvolvió para llegar a ser un delincuente, y qué hizo ese gobierno para impedir que creciera esa problemática y no hubiera feminicidios, por ejemplo?
Si un joven de 20 años es parte del crimen organizado, igual, la pregunta más lógica es: ¿en qué sexenio formó su carrera delictiva y cuáles fueron las condiciones socioeconómicas en que se desenvolvió? ¿Y qué hizo el gobierno de su sexenio para impedir el crecimiento de esa tendencia?
Si un hombre de 30 años es violador, o secuestrador o asesino consumado, igual, la pregunta obligada más lógica es: ¿en qué sexenio formó su carrera delincuencial y cuáles fueron las condiciones socioeconómicas en las que se desenvolvió y que hizo su gobierno para impedir creciera el mal?
Y la misma pregunta es para aquellos que ya rebasan los 60 años y que fueron parte de alguna corporación policiaca, de madrinas o paramilitares, y que formaron escuela y bandas que no se disolvieron por decreto o discursos políticos.
Así, quienes se formaron en el hampa hace 20, 30 o 40 años, o que fueron represores, torturadores, del Batallón Olimpia o halcones del 71 y se mancharon las manos de sangre inocente no dejaron de ser mafiosos y se convirtieron en hermanitas de la caridad de la noche a la mañana solo porque hubiera cambio de sexenio. Ni mucho menos se dirimieron porque el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, les haya mandado el mensaje de que ahora sí estamos en la República amorosa. A esos malvivientes no les importa, si es que acaso les importó enterarse, que México vive un cambio.
Entonces esos y otros factores nos llevan a replantearnos la teoría del Triángulo de la Violencia de Johan Galtung, sociólogo noruego precursor de la investigación sobre la paz y conflictos sociales. En su teoría plantea tres facetas que resumen el triángulo de la violencia:
La primera es la violencia directa, la que es visible, se concreta con comportamientos y responde a actores de violencia directa. La segunda es la violencia estructural que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de necesidades básicas y se concreta, precisamente, en la negación de las necesidades. Y la tercera es la violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia que se concreta en actitudes.
Más claro ni el agua, pues Galtung concluye que la violencia en primera persona (directa) se vincula con violencia estructural o la justifica la violencia cultural, y que muchos casos son el resultado del abuso de poder que recae sobre los oprimidos.
El meollo del asunto es la desigualdad social donde entran los factores económico, salud, educativo, entre otros. No es cuestión de hombres o mujeres, feministas o machistas. Se suicidan por cuestiones de injusticia social tanto hombres como mujeres, sobre todo adolescentes.
Así que, de acuerdo con la teoría del Triángulo de la Violencia, el responsable de la violencia que fue estructural hasta la llegada de MORENA a la Presidencia, no es precisamente Andrés Manuel López Obrador. En el contexto histórico contemporáneo se deduce que los responsables fueron los sexenios anteriores.
¡Extra! ¡Extra!
¿Y la salud mental en México?
Un aspecto que descuidaron o por negligencia y corrupción no atendieron los gobiernos del neoliberalismo en México fue el de la salud alimentaria y, en consecuencia, el de la salud mental de la población. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 1 millón y medio de mexicanos padecían esquizofrenia o problemas mentales hasta 2014. Muchos crímenes se derivan de un estado mental y será tan fácil evitarlos si nos remitiéramos a la máxima griega mens sana in corpore sano. Los discípulos del doctor Linus Pauling, padre de la ciencia ortomolecular (base de la buena salud física y mental) y precursor en la investigación de la vitamina C, doctores Carl C. Pfeiffer y Jane Banks, citan en su grandiosa obra Salud Total Por la Dieta que “la respuesta a las enfermedades y trastornos humanos está en la nutrición”. Recalcan la eficacia del cinc y la B6 en el tratamiento de los esquizofrénicos como uno de los grandes pasos adelante de la ciencia de la salud mental. Recuerdan que el Monosódio Glutamato (potenciador del sabor que traen casi todos los alimentos enlatados o empaquetados como sopas y otros) excita las papilas gustativas y nerviosas, pero que por su utilización universal las grandes empresas se las arreglan para que no prohíban su uso. Esos científicos insisten en que es imperativo una nutrición basada en productos naturales, del campo, sana y evitar, entre otros venenos que dañan el sistema nervioso y la mente, el azúcar en cualquiera de sus formas, pastas como macarrones, espaguetis, arroz blanco (refinado), pan blanco, etcétera. Esto es, se requiere que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ponga especial atención en la cultura alimentaria en México. En 2018, como naturista con cuarenta años de experiencia entregué al primer mandatario una guía naturista de cómo comer las frutas para mitigar los efectos de la contaminación, guía que tiene que ver mucho con mejorar el estado anímico y mental de las personas. En la consciencia de sus funcionarios queda si la utilizan o no para difundirla y si hay más crímenes por problemas mentales. Salud, nos leemos el próximo domingo.
*Presidente de la ONG Franature