Si alguna institución tiene reconocimiento de todos tipos, por su trabajo y su ayuda humanitaria, es sin lugar a duda, la Cruz Roja. Nacional e Internacional. Hoy les voy a hablar de la mexiquense, y más de la de Toluca. Ahora a esta benemérita institución le tocó cumplir en Toluca, sus primero 25 años. Y como era de esperarse, se reunieron a celebrarlo, un conjunto de enormes y entusiastas hombres y mujeres que tienen muchos años allí ya, ayudando a sus semejantes. Los llaman veteranos, aunque no son nada viejos.
Y allí se levantó ella, la presidenta en turno de la Cruz Roja de Toluca, la señora Aurora Barriga a hablar: güerita, joven y con un marido que la observaba con gran respeto y admiración desde la primera fila, mientras decía su discurso que estaba enfocado a los veteranos. Esos que hace 25 años estaban apoyando cuando jóvenes a Agustín Albarrán que dirigió la institución por diez años, junto con su esposa.
“La vida de un voluntario inicia con la apertura de la puerta en la Cruz Roja en un área joven, y se mantiene abierta y sólida, repartiendo humanidad en el área de veteranos… ya que ellos siguen brindando sus servicios, aún en la tercera edad.
“Seres que siguen siendo jóvenes de espíritu y que ven la labor y la honorabilidad en el porte del uniforme que usan de domingo a domingo en sus muy dignas labores”.
Los llamó hermanos a todos los que hacen dentro de la Cruz Roja, una familia. Una que se formó con trabajo y con esperanza. Y se forjó con la fuerza de cada uno. Con la alegría de su misión. Ellos, dijo, tomaron la tristeza de las situaciones que han vivido en cada evento en los que les ha tocado participar, y la convirtieron en el trabajo y desvelo del servicio, cuando así lo ameritaba el mismo, que por supuesto es a diario.
“Ellos, son los héroes de esas batallas que dejan marca cuando se ve a un hermano sufrir algún colapso, en alguna complicación. Cuando la vida está en riesgo y hay que sacarla adelante de cualquier forma. Y ellos lo hacen. Nos comparten sus experiencias que los hacen sabios. Ellos, los veteranos, son dignos de admirar. Tenemos que escucharles para aprender de nuestro pasado y saber cómo manejar nuestro futuro. Nos enseñan que los sueños sí se hacen realidad”.
Las anécdotas que podemos tener de la Cruz son varias. ¿Las mías? Muchas. Desde cuando han mandado una ambulancia para que recoja a mi madre, que se cayó alguna vez de la escalera de mi casa, y llegó como paramédico Anette Oshman que dirigía en esa época a la institución en Lerma, que vivía en Los Encinos, y estaba trepada en la ambulancia y hacía muy bien su trabajo.
O como cuando Mario Vázquez, el coordinador de Comunicación Social de la Institución, en el Edomex, llegó con dos ambulancias –-desesperada le hablé y de sopetón vinieron dos--, cuando mi madre se volvió a caer y se rompió la cadera. Él fue el paramédico y en menos que canta un gallo, la llevaron al Issste.
La tercera fue cuando en Zinacantepec le llamaron a una ambulancia y llegó en tres minutos y me llevó al Isemym en cuatro más. Simplemente me salvaron la vida. El paramédico de excelencia, el chofer y la ambulancia, simplemente, me salvaron la vida. Vivita y coleando, la tercera es la vencida.
Amo a la Cruz Roja, y si esto sirve de algo, agradezco a sus directivos, a sus administradores, y a la señora Aurora Barriga, el afán con el que han dado y siguen dando vida a la institución. Maravilloso trabajo.
Estuvieron en el evento, el delegado en el Edomex, Jorge Forastieri, y el subdirector nacional de Delegaciones, Horacio López. Y muchos muchos veteranos. Que Dios los siga bendiciendo…