Cada día son más los casos de contagiados que conocemos. Estamos solos. En la vida real, no alcanzan las camas de hospital para enfermos de coronavirus. Los contagiados recorren hospitales en busca de atención, usted y nosotros lo sabemos. No se han hecho las pruebas necesarias entre la población. Estamos divididos entre los que se han responsabilizado de los cuidados recomendados y se quedan en casa, y “los que no creen que el virus y la pandemia existan”. En medio, los que deben salir a trabajar.
El semáforo rojo está puesto en 31 entidades de 32, excepción hecha de Zacatecas; sin embargo, ayer se ampliaron las actividades productivas que se podían realizar. El Presidente regresó a hacer sus giras y las cervezas se vuelven a producir. Pareciera, entonces, que se recuperaba la normalidad. No, hoy más que nunca, los habitantes del Estado de México y la CDMX que son una misma realidad territorial han de exigirse conductas más estrictas: sana distancia, lavado de manos, no abrazos ni besos, no corbata ni accesorios, no barba ni bigote, no reuniones.
Las autoridades tienen que poner el ejemplo en su actuar público. El Presidente López Obrador no lo hace, lo que no ayuda a la posibilidad de una conducta sanitaria uniforme, que logre más y mejores resultados. Somos un sólo país que necesita estar unido y de acuerdo, preservar la integridad de sus habitantes, así como poner el ejemplo, también en familia. Los aciertos y los problemas sociales, invariablemente empiezan en casa. El tejido social se rompe ahí o se construye a partir de una comunidad solidaria que se fortalece en sus valores.
Víctimas del autoritarismo y los sueños quiméricos, no podemos permitir que éstos le ganen la partida a una sociedad que para regresar a la “nueva normalidad” requiere de disciplina y claridad de rumbo en el qué hacer y cómo lograrlo. Si en lo oficial las decisiones son equívocas y confusas, en lo laboral, empresarial, educativo, familiar, se tiene que redoblar el esfuerzo. No podemos bajar la guardia. Cualquiera de nosotros podría ser parte de la estadística y convertir un proyecto de vida en una urna con cenizas.
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@MargaJimenez4