La ausencia del mensaje de unidad en la narrativa oficial que cohesione a los que piensan igual y a los que piensan diferente está ausente de la conversación pública.
Si el mensaje cotidiano fuera el de la unidad y el llamado a la ciudadanía a participar en los planes y programas que se requieren, entre ellos, a los empresarios, los científicos, los profesionistas, los periodistas, las organizaciones sociales, el clima que se viviría sería otro y estaríamos fuertes y decididos a salir adelante. Una narrativa en la que la unidad fuera el detonador del emprendimiento y la palanca del desarrollo.
En un desplegado público, el 7 de abril de 2020, Dante Delgado llamó a AMLO a convocar a la unidad nacional: “Te convoco a que desempeñes el cargo con grandeza. Si tienes el respaldo de la población, ahora construye con sentido social la Unidad Nacional con las otras partes, sólo así lograrás estar a la altura de los grandes momentos de la historia”, a lo que AMLO respondió que “sólo muerto” cambiaría su modo de pensar y su posición política. Negó que fuera a hacer ese llamado. Que sólo creía en la unidad del pueblo que lo apoyaba, es decir, los 30 millones de votantes que lo eligieron presidente, y que el resto de la sociedad no importaba.
A falta del llamado a la unidad, el tema de la corrupción del pasado, culpable de la crisis y de los errores actuales, llenó el espacio y dividió a los mexicanos. Convenció a unos y al resto, los invalidó. Hizo suya la lucha democrática, desconociendo lo hecho por muchas mexicanas y mexicanos en los últimos veinticinco años.
La falta deliberada del llamado a la unidad nacional ha estado ausente de la narrativa oficial. Ha formado parte de una estrategia para torpedear a instituciones como el INE, el Tribunal Federal Electoral, el INAI y otros órganos autónomos, con el propósito de destruirlos y desaparecerlos, y así prolongar elección tras elección el proyecto de la 4T.
Así las cosas, la conversación pública ha dividido a la sociedad. Vencer dividiendo, ha sido la consigna.
Un momento de desánimo, frustración e incertidumbre sugieren una convocatoria a la unidad con un sólo propósito, recuperar la grandeza de México, y salir adelante de la crisis, pero pareciera ser que eso no va a pasar.