Tanto en el Estado de México como en la Ciudad de México se modificó la geografía partidista. La clase media definió en ambas entidades hacia donde se inclinaba su proyecto. Con la pérdida de Morena en ayuntamientos y alcaldías así como diputados locales, queda claro que la voz de estos ciudadanos se hizo escuchar a través de su voto en las recientes elecciones del domingo 6 de junio.
La clase media que denuesta el Presidente de la República se caracteriza por su espíritu emprendedor, sí, aspira a crecer y desarrollarse con las herramientas propias del estudio, del conocimiento, el trabajo y de mantener en pie las pequeñas y medianas empresas que dan empleo a casi el 85 por ciento de la población del país en edad de trabajar. Es la que paga impuestos. Es la que junto con el resto de los mexicanos padece la inseguridad en sus personas, sus hijos y sus bienes.
Esta clase media está en crisis, tanto como los más pobres, tratando de reponerse de la pandemia y de su impacto económico, el que ya venía de antes. Clase media que aspira a la estabilidad de sus familias, al igual que todos.
Esta clase media tiene proyecto de nación con valores compatibles con el desarrollo de todo el que lucha por crecer, ser y vivir en libertad. Entre ellos, están los que también producen ciencia, conocimiento, tecnología. Son los que verdaderamente pueden transformar al país.
Entre los empresarios que desarrollan formas de producción más competitivas, capacitan a sus empleados y exportan, también está el espíritu de la transformación. En los que sostienen sus pequeños negocios en pie también está la semilla de la transformación.
Los que hacen de la reflexión su oficio cotidiano, periodismo, realizan investigación y los intelectuales y creadores que publican, expresan y se arriesgan a la descalificación de los que piensan diferente a ellos, están los que transforman nuestro tiempo.
Si, la clase media busca evolucionar, cambiar para mejorar. De suyo, son transformadores y el pilar que sostiene a México.