Llega al fin. Viene vestido de rojo. No se le quitan los colores que lo hicieron el mejor dirigente del PRI en el Estado de México. Está igual, con un pelito chiquito y barba ya blanca. Pelón. Tiene ahora lentes y es más que simpático. Se sienta. Ahorita, no quiere más que una Coca-Cola. Si tuviera un tiempo aire, se hacía millonaria la marca con su comercial. El diría que es el refresco que más le gusta desde que su mamá, siendo viuda, cuando tuvo una tiendita y él tenía diez añitos, lo primero que hacía en las mañanas, era tomarse la suya, mucho antes de desayunar. Coca Cola. Lo dice el más importante operador político de América Latina. Isidro Pastor.
¿Qué quién me hizo? Sigo queriendo mucho a Arturo Montiel. Cuando pedía cita y no me la daban, me ponía afuera de la casa de gobierno y me iba con él a la zona militar, donde tomaba el helicóptero. En ese tiempito, lo que podía, lo arreglaba. Le dije un día que me iba a rapar y a vestir de militar. ¿Estás seguro?, dijo. Luego le platiqué lo de los huevos. ¿De verdad harás eso?, me volvió a preguntar. Y como todo le salió muy bien, lo cuenta con una risa prodigiosa.
Divertido, inteligente y digno. Quiero preguntarle mil cosas. Y es más abusado que nada. Apenas fue el dirigente estatal de un partido cristiano. PES. ¿Crees en Dios?: Creo. Él estudió tres años en el seminario. Se salió como por arte de magia. Ve pasar a cualquier muchacha y la revisa de cabo a rabo. Tal vez por esto. Eso sí. Con gran respeto.
Se pasó una hora hablando de sus hijos. Y su hija hablándole a él. Se ponía sus mini audífonos blancos. Resulta que acaba de llegar de Alemania su hijo mayor, con su nuera y nietos, y los otros hijos quieren comer con ellos. Hasta las siete, yo estoy con ustedes, dijo. Luego me voy con mi novia. ¿Eh?
Argumentativo, propositivo, inteligente y con brillo propio. Se levanta otro ex dirigente del PRI a saludarlo. Viene a nuestra mesa Ricardo Aguilar. Es muy amable con todo el mundo. Es un hombre gentil. Pese a todo lo difícil que es haber perdido a su hijo Misael de Covid, hace muy poco. Trabajó mucho conmigo, dice. Los dos tuvimos el virus y mi hija, doctora, también.
Su hijita que un día se fue a Europa y en Nueva York perdió el vuelo y la mandaron a dormir a un hotel. La niña tenía apenas diez añitos y medio. Y ese día, dice, se la pasó hablando con su madre y llorando. Ella, ahora es médico. Fuerte como el papá.
A su hijo que viene de Alemania, que le pidió apoyo cuando Isidro era el dirigente del partido, a que le ayudara si no entraba a la UAEMéx, le dijo: estudia para que entres. Y el chico entró. Después, lo mandó un año a EUA a que estudiara inglés. Se fue. Luego, le anunció que se iría a Alemania a estudiar su carrera de Ingeniero mecánico. Ahora trabaja en un consorcio alemán. Y habla cinco idiomas.
Qué orgulloso se siente de todos sus hijos.
Cuando estuvo en huelga, afuera del IEEM, lo fui a ver. Hacía harto frío y lo agarré de su manota. La tuve cerca de mí un buen rato y él no sabía qué hacer. Era mi forma de solidarizarme con un extraordinario ser humano al que conocí, cuando en cuatro meses, ganamos la presidencia de la república con Ignacio Pichardo al frente. Triunfo Absoluto.
¿Políticos de excelencia en nuestro Estado? Carlos Hank; Jorge Jiménez Cantú; Ignacio Pichardo.
¿Estás contento con lo que has hecho? Estoy.
¿Extrañas al PRI? Mucho.
¿Te conoce AMLO? Me conoce.
¿Sabe lo que está haciendo? Muy bien.
Luego sale y se va en un mini coche también rojo. Allí va el mejor operador político que todavía tiene mi estado, y mi país entero. Síganlo. Tiene ya el pelo blanco, pero mil experiencias incuestionables. Y es valiente. Muy valiente y esforzado. Isidro Pastor Medrano. Cómo se me antoja escribir un libro de él y sus anécdotas.