Antes de la toma de posesión de gobernadores y ediles de diversos estados y municipios del país, éstos recibieron un mensaje contundente: quien manda aquí es el crimen organizado.
El Estado de México, también destinatario del mensaje, donde se renovarán presidencias municipales, es vecino de ocho estados, entre ellos, Guerrero, Michoacán y Morelos que comparten la llamada región de Tierra Caliente, territorio en el que conviven cárteles como Los Rojos, Jalisco Nueva Generación, la Familia Michoacana, Los Viagra, los Caballeros Templarios y Los Tlacos, nueva organización que reivindicó el horror reciente de Iguala y que dejó claro quién manda ahí.
La imagen de Iguala difundida recientemente en redes sociales y en la televisión de un grupo de sicarios de pie encañonando a otros, arrodillados, que serían ejecutados frente a las cámaras de video, dio la vuelta al país y al mundo, demostrando cómo serían las cosas en adelante, sin nadie que pare al narco que se ha apoderado de los territorios. La exhibición de la barbarie y el poder de la violencia remató este capítulo con un automóvil con cuatro cuerpos desmembrados abandonado frente a la que fuera la casa de campaña del nuevo alcalde de Iguala, a quien le queda claro que se aclimata a las condiciones que le están dictando los narcos o pudiera pagar las consecuencias.
Las presidentas y los presidentes municipales entrantes, así como las y los nuevos gobernadores que ganaron la elección el pasado 6 de junio, recibieron el encargo ciudadano de recuperar la paz de sus estados y municipios, lo que no será posible sin el concurso de las autoridades estatales y federales con una estrategia bien diseñada a fin de garantizar la integridad de las personas y su patrimonio.
Si el Estado Mexicano continúa sin tomar en serio las consecuencias de permitir que el crimen organizado intervenga en los procesos electorales y en el manejo de los gobiernos municipales y estatales, pronto acabaremos como un narco estado, de hecho ya pronosticaba Ikram Antaki hace veinte años que esto ocurriría.
¿Cuál es el legado a las nuevas generaciones de mexicanos: el terror, la violencia, armas, la caída del Estado de Derecho y de los valores que nos dieron cultura y civilización?