Convertida en icono de la venganza política del régimen, Rosario Robles, ex Secretaria de Desarrollo Social y de Sedatu en el sexenio anterior sigue encarcelada en la prisión de Santa Martha Acatitla por el delito de ejercicio indebido del servicio público y omisión; juicio que no se ha iniciado, después de casi 26 meses de reclusión, bajo el dicho de la fiscalía y del juez de instrucción que Rosario Robles contaba con los vínculos y recursos necesarios para huir. El 13 de agosto de 2020 acudió a la audiencia en que la apresaron dispuesta a declarar lo necesario. Ella no huyó, dio la cara.
La fiscalía con una licencia de conducir apócrifa quiso demostrar que era necesario mantenerla en reclusión por su actuar en la obtención de dos licencias, casi en simultáneo. Se demostró que sólo una de ellas era auténtica. Lo demás fue fabricado.
Para establecer las medidas cautelares que garantizaran su estancia en territorio nacional acudió a varias audiencias presididas por el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino de Dolores Padierna, en las cuales se trató la medida cautelar para llevar su juicio en libertad, el que no ha iniciado. Después vendría la pandemia y todo se retrasó más.
La ex secretaria había ofrecido declararse culpable de los delitos que se le imputaban, a cambio de recibir seis años de prisión; sin embargo, el 9 de marzo de 2021 retiró su ofrecimiento y decidió ir a juicio, denunciando que se le privaba de cualquier negociación por rencillas personas o su condición de mujer.
Recientemente su abogado defensor, Epigmenio Mendieta, señaló que la Fiscalía General de la República emitió otra orden de aprehensión en contra de ella por lavado de dinero y delincuencia organizada por el caso de la llamada Estafa Maestra.
Se avizora la posibilidad de que la maestra Robles lleve su juicio en su domicilio pero también la de un nuevo arresto.
Rosario Robles señala que de lo que se debiera tratar es de buscar la verdad y la justicia, y no un proceso fundado en ánimos de venganza y violencia política.
Ya es tiempo que la maestra Robles pueda seguir en libertad su juicio, mientras la justicia selectiva nos muestra que Emilio Zebadúa y Emilio Lozoya pueden vivir y transitar libremente gozando de la impunidad que todavía es un mal endémico en nuestro sistema de justicia.