El asaltante arrebató de las manos el celular de la mujer de aproximadamente cuarenta años que estaba sentada en el parque. La víctima intentó recuperar el dispositivo, pero el sospechoso le dio un puñetazo en la cara, tirándola al suelo.
El presunto delincuente huyó del parque después de que otra mujer trató de derribarlo al hacerlo tropezar con su pie, lo que no logró.
Las autoridades dicen que otro testigo ocular corrió tras el sospechoso y pudo recuperar el teléfono y devolvérselo a su dueña, pero el sospechoso sigue prófugo. El sujeto es descrito como un hombre de unos 40 años, aproximadamente, complexión delgada, pelo facial gris claro, vistiendo una sudadera con capucha púrpura.
Lo anterior fue narrado por la cadena de noticias internacional Univisión cuyo corresponsal cubrió la nota en uno de los parques más monitoreados y vigiados del mundo, el Central Park de Nueva York con una extensión de terreno de más de 341 hectáreas, quince veces más pequeño que el parque estatal Sierra de Guadalupe.
Ningún parque abierto del mundo, mucho menos las reservas ecológicas, es ciento por ciento seguro y no está exento de que la delincuencia ocasional burle los rondines policíacos y haga de las suyas.
Los únicos sitios ciento por ciento seguros contra asaltantes ocasionales son los parque temáticos ya que estos están regenteados por empresas privadas que no sólo los han delimitado con bardas seguras sino que cobran una cuota para acceder a ellos que un delincuente no pagaría para, además que tendría que enfrentar una serie de factores de seguridad que le harían imposible burlar.
La Sierra de Guadalupe, que hace unas dos décadas mostraba una alta seguridad, se ve ahora asediada por la presión de la marea en crecimiento de la mancha urbana y, por ende, de una serie de factores y necesidades como es el de la seguridad. La presión social, según las autoridades del gobierno del estado de México es de más de tres millones de habitantes en su alrededor.
Rodean a la Sierra de Guadalupe los municipio de Ecatepec, Coacalco, Tultitlán y Tlalnepantla, en el estado de México, y la alcaldía Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México. Por ser un área montañosa natural, la misma tiene muchas entradas que datan de la era mexica.
Las autoridades del gobierno del estado de México, a través de la Coordinación General de Conservación Ecológica, a cargo del biólogo Pedro Flores Marker, y su delegación regional, del ingeniero Gerardo Valverde Nieto, han puesto en las últimas décadas el mayor de los esfuerzos para no sólo conservar el área natural sino para dar seguridad a los miles de visitantes que el parque recibe cada semana.
El fenómeno de la delincuencia al interior de Sierra de Guadalupe es un hecho novedoso para la coordinación del biólogo Flores Marker y el delegado Valverde Nieto, así como también para los grupos ambientalistas que demandan más seguridad.
Cabe aclarar que la Coordinación del biólogo Flores Markjer y la delegación regional de Gerardo Valverde no son instancias policíacas y mucho menos ellos son policías. Por tanto no se les puede responsabilizar de ciertos índices delictivos, porque sus profesiones son en materia ambiental. No cursaron estudios en materia judicial.
El coordinador y el delegado, debemos entenderlo, son instancias de concertación y apertura para ventilar el problema de la seguridad en Sierra de Guadalupe, entre otro, no para solucionarlo porque no está en sus manos. La solución, en todo caso corresponde a una estructura social que empieza por los mandos policíacos y, en su caso, por cuestiones presupuestales que pueden tener injerencia en el poder legislativo.
Hay que reconocer que el coordinador Flores Marker y el delegado Valverde Nieto han puesto su mejor esfuerzo y apertura ante los grupos ambientalistas para en conjunto coadyuvar a mejorar la seguridad en Sierra de Guadalupe.
Pero si en el Central Park, con una de las mejores policías del mundo pasa lo que pasa, que no es de esperarse que pase en un área quince veces mayor con una policía para cuyos elementos el terreno agreste y las diversas entradas son una novedad.
Por fortuna, para la integridad de los visitantes, los delitos se han circunscrito en su mayoría al robo material de carteras, celulares y dinero. Habría que invitar a la comunidad que no acuda con valores de ese tipo.
¡Extra! ¡Extra!
Con gran éxito concluyó el pasado viernes tres de diciembre el taller sobre la vida de Juan Diego, exposición a cargo de padre Israel Mendoza Tinoco, quien con pruebas científicas e históricas, dejando a un lado las teológicas y de la fe, concluyó que Juan Diego nunca habitó en Tulpetlac y sí en Cuautitlán, desde donde recorría, a través de Sierra de Guadalupe veinte kilómetros para llegar a Tlatelolco y después al Tepeyac. Ahh, cargaba en su mecapal unos 30 kilos de artesanías elaboradas por él mismo, Proesa.
*Presidente de la ONG Franature