El día 22 de marzo se celebró el día mundial del agua. Este vital líquido cada día se convierte en un bien más escaso. Es difícil asumirlo, pero nos acercamos peligrosamente al “día cero”, el día en que el suministro libre de agua termine y líquido comience a ser racionado. En este punto la población deberá acudir a recoger su porción diaria de agua y no tendrá acceso a más. Esto ya sucedió en diversas ciudades, por ejemplo, Ciudad el Cabo. En la capital legislativa de Sudáfrica se anunció que en marzo de 2018 sólo se proporcionarían 25 litros por habitante por día. También sucedió en Chennai, en la bahía de Bengala en el este de India, con más de 11 millones de habitantes, pues en 2019 tres grandes presas se secaron. Estambul, Turquía en 2020 experimentó lluvias escasas en casi todo el país y la alta demanda provocó la falta de agua.
En nuestro entorno, la Comisión del Agua del Estado de México (CAEM) realizó disminuciones en la entrega del suministro de agua durante todo 2021 y anunció un plan emergente para 13 municipios de nuestra entidad, entre ellos Toluca. México tiene un promedio de 3.86 de estrés hídrico. El estrés hídrico se produce cuando la demanda de agua es más alta que la disponibilidad del vital líquido, éste se mide en escala de 1 a 5, donde 5 significa que el país o región tiene un estrés extremadamente alto y 1 es el más bajo. Nuestro país es el segundo con mayor índice en América Latina. Al interior del país, entre los estados en peligro de llegar al día cero están: 1.Baja California Sur, 2.Guanajuato, 3.Ciudad de México, 4.Aguascalientes y 5.Estado de México, es decir, nuestra entidad está en un nivel de alto estrés hídrico.
La sequía en nuestro país se incrementa año con año. Debemos tener presente que el 80% de nuestro territorio presenta falta de agua diariamente, situación que contrasta con las lluvias de alta intensidad en un corto periodo de tiempo. El suelo árido y semiárido cubre el 75 % de nuestro territorio. Nuestro estado no es ajeno a la dinámica mundial de estrés hídrico. El Plan Estatal de Desarrollo 2017-2023 establece que nuestra entidad dispone de agua subterránea en nueve acuíferos, de ellos seis presentan problemas de sobreexplotación y la totalidad de la entidad está en situación de veda. El abasto de agua ha presentado problemas operativos relacionados con cloración y purificación, infraestructura obsoleta y sin recursos para reemplazarla, pérdida de agua potable de aproximadamente 40 % por fugas en las redes. A todo esto, agregue la creciente demanda. La suma de factores ha llevado a constantes restricciones en los municipios conurbados de la CdMx y el Valle de Toluca.
En el campo seguimos sin aprovechar adecuadamente el agua de riego, no se preservan las fuentes que la generan y el agua vertida en los cauces está cada vez más contaminada. La falta de una visión de largo plazo y la poca eficiencia de gestión hídrica evidencian nuestras deficiencias, así nuestra incapacidad para adaptarnos a la realidad actual provocada por el cambio climático y desarrollar medidas de mitigación nos tienen caminando al borde del abismo.
La inversión pública en infraestructura es insuficiente para detener el deterioro. La construcción de una refinería es prioridad, por encima de la inversión en agua potable. En 2021 la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ejerció un presupuesto de 5,000 millones de pesos, lamentablemente las obras quedan inconclusas y se posponen las de largo plazo. Según el Instituto de Tecnología del Agua la inversión tendría que ser de 41,000 millones de pesos. Sin embargo, a modo de ejemplo, la última inversión considerable en este rubro se realizó en 2009 por un monto de 36,000 millones de pesos.
Ante este descorazonador panorama por parte del gobierno, está la sociedad civil para hacer frente y aplazar la llegada del temido día cero. Afortunadamente, un amplio sector social tiene una actitud crítica y esto es fundamental. Sin embargo, hay que pasar de la crítica a la acción, implementar acciones de gobernanza en el manejo integral del agua, con información y desde luego con transparencia, aspirar a tener un manejo eficiente y ser más competitivos en sus diversos usos.
Evitemos llegar a ese fatal día, ¿se imaginan tener que ir todos los días por sus 25 litros de agua? Si tomamos acciones asumiendo nuestra responsabilidad en este problema, podremos por ejemplo: 1.forestar y reforestar, para asegurar que las ciudades no se calienten tanto, mantener el suelo húmedo y provocar más lluvias; 2.tener una vegetación acorde con las condiciones del entorno; 3. impulsar la investigación de desalinización del agua; 4.disminuir el consumo de carne; 5.instalar filtros de agua en casa; 6.reciclar y reusar el agua; 7.reparar arroyos que son las arterias vitales para la ciudad. Estas son algunas acciones que yo propongo, ¿qué proponen ustedes amables lectoras/es que puedan realizar en su vida cotidiana?
Necesitamos ver por el agua en otras palabras ver por la vida. Romper paradigmas para tener un acceso universal y equitativo del agua. En este asunto de supervivencia convergen política, medio ambiente y riesgos sociales. La combinación de sequía y mala gestión del recurso han llevado a implementar medidas estrictas de racionalidad. ¿En qué momento reaccionaremos, cuando la mayor parte del día la dediquemos a conseguir agua, cuando a pesar de tener dinero no tengamos acceso al líquido, simplemente porque no esté disponible? Ojalá reaccionemos a tiempo…
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.