No somos iguales

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Publicado en Opinión

No somos iguales

Jueves, 02 Junio 2022 01:00 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Tras la polémica desatada, y con justa razón, con motivo de que el fin de semana pasado un retén impuesto por hombres fuertemente armados retuvo e interrogó a los periodistas que cubren las actividades del presidente Andrés López Obrador los fines de semana, el tabasqueño calificó la reacción de la prensa como exagerada, al señalar que: se hizo “todo un escándalo”, por ser la nota principal.

No obstante, hechos como los denunciados, cada vez son más recurrentes en las carreteras del interior del país, lo peor, es que se pretenda normalizar. Lo anterior, deja en evidencia que la seguridad pasa por el peor momento, para desgracia de los ciudadanos mexicanos. Sin embargo, es el propio mandatario quien pretende restarle la importancia que merece el acontecimiento.

Con cinismo, hace como que se escandaliza y monta de nueva cuenta como estrategia, una cortina de humo para culpar al expresidente Felipe Calderón, en contra se quien hace una serie de acusaciones y señalamientos sin el menor rubor, como es su costumbre; con ellas, busca acabar de tajo con lo que la prensa en el país informa de lo sucedido.

Pero no se debe perder de vista que los hechos son de máxima preocupación, por todo lo que representa, pues es de lo más delicado, no es cosa menor; las víctimas no son extraños a las actividades gubernamentales, se trata del grupo de reporteros que están encargados de cubrir las giras de López Obrador; él, es el presidente de la Nación, no es un particular, y por la misma investidura, es de interés general, pues formalmente “debería” representar a todos los mexicanos.

El problema es aún más grave, si se toma en cuenta que lo ocurrido impone una realidad de la que mucho se ha hablado, y que López pretende esquivar con desinterés y despreocupación. Los afectados, forman parte de lo que podría considerarse parte de la comitiva del presidente, y si fueron ellos los que sufrieron la ilegal retención, ¿qué será de los demás ciudadanos?

Es inevitable el sentimiento de terror y preocupación que envuelve el sentimiento del pueblo, y más lo es, cuando el presidente quiere distraer la atención culpando al exmandatario Felipe Calderón, que, si se puede pedir una medida justa, su gobierno le saca mucha ventaja al actual, en todos los rubros. No existe, siquiera, un punto de comparación que el tabasqueño pueda presumir ser mejor presidente que lo fue Calderón.

Además, se atreve, con un cinismo que deja helados a propios y extraños, que lo que se vio es consecuencia de que Felipe Calderón le “declaró la guerra al crimen” y que; además, pactó con los grupos delincuenciales. ¿Entonces? Fue una, o la otra cosa, porque ambas no pueden coexistir. Las estadísticas oficiales desmienten al actual gobierno, a pesar de que las cifras sean manipuladas. La desolación recorre a toda la nación, la inseguridad es peor que en ningún otro sexenio.

Por otro lado, aunque sea vista como “normal” la forma de ser del actual ejecutivo federal, no deja de causar preocupación; con ligereza acusa, señala y sentencia desde la más alta tribuna a quien se le ocurre, sentenciando como delincuentes a quien le plazca, sin ninguna prueba de por medio. Ahora bien, si Felipe Calderón tuvo alguna responsabilidad por cualquier delito, el reclamo social sería: ¿por qué no se impone una denuncia en su contra, para que se llegue hasta las últimas consecuencias y se le imponga una pena por resolución judicial?

Tal vez no podría sacarle más provecho que el que le saca actualmente, porque así le funciona mejor; acusar al pasado para evadir la responsabilidad de su presente, es ya su medida, y, por otro lado, quejarse de que se hace un “escándalo”, debería dejar en claro que ya eligió de qué lado está.

Así lo ha evidenciado una y otra vez, porque parece que no existen motivos suficientes que provoquen marchas exigiendo atención del ejecutivo federal, o para reclamar un cambio de estrategia para contrarrestar la inseguridad. Éstas, las marchas, no le preocupan porque se siente el padre de ellas, así como de los plantones y las manifestaciones, aunque aún hay los que creen que van a obtener alguna respuesta de su parte.

La cosa no se ve para cuando pueda cambiar, y si mientras no hay una reacción contundente por parte del único ente al que sí le teme el de Macuspana, que es el pueblo, entonces sus excesos y violación a las leyes y a la propia Constitución continuarán como si nada.

Otra de las costumbres de quien a diario ensucia la investidura presidencial, es el insulto que vierte como muestra de su desdén a quien no piensa como él, ahora con uno nuevo: “cretinos”, al señalar que su gobierno no es lo mismo que “los cretinos conservadores”.

El presidente que se dice ser el “más humanista” ha mostrado en repetidas ocasiones que las masacres y tragedias que involucran a los mexicanos no son de su interés, solo lanza el trillado sentir del gobierno cuando se le pregunta por los feminicidios, por los periodistas ultimados, por las víctimas de la delincuencia o, por la pobreza que ha ido en aumento. No manifiesta ningún tipo de preocupación o dolor auténtico. Le merece mayor atención las masacres que pasan en otras partes del mundo.

Aunque, a decir verdad, es lógico que reaccione de esta manera, porque de lo contrario sería tanto como aceptar el fracaso de su gobierno, del cual no se detiene a reflexionar, pues insiste que está montado en una transformación histórica del país y que nada ni nadie podrá evitar su consumación.

Sin embargo, la historia que escribe involuntaria o voluntariamente el tabasqueño, se aleja abismalmente de lo que imagina. México y el mundo han evolucionado y el presidente se niega a reconocerlo, intentando un supuesto cambio que trata de enviar la vida social y política de México 50 años en el pasado.

No, es verdad, no son iguales.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio