Y sí que duele…

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Publicado en Opinión

Y sí que duele…

Lunes, 29 Agosto 2022 00:30 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

Y sucedió que un día, como le puede pasar a usted, a mí, a todo el mundo, me di una caída, de padre y señor mío. Pasó de sopetón y sin previo aviso. Iba yo a la puerta de madera de la entrada, del lugar privilegiado en donde vivo. Desde entonces sé, que todo lo que sucede, es por azares del destino. Nunca me había pasado algo semejante, desde que yo tengo memoria.

Por supuesto me pasó por puritita sonsa. Por andar hablando por teléfono y con la otra mano cargada de chaleco y bolsa. Además, el teléfono se me incrustó en la costilla derecha y la mano del mismo lado. Se rompió la caratula. Fatal caída. De verdad, no podía levantarme. Y sucedió que tuve esguinces de tercer nivel, en los dos tobillos y en las dos rodillas. Por lo menos ha sido así, tres meses seguidos. Duele horrible.

Estaba tirada allí en el piso, y no pude levantarme. De repente vi a un hombre, con un coche obscuro, con la puerta abierta, de par en par, y con dos niños adentro: uno de 9 añitos, y una chiquita de 5, bajarse rapidísimo a ayudarme. Yo no podía incorporarme.

Me alzó como pudo, y me subió a la camioneta de una persona a la que yo estaba esperando hacía media hora. Íbamos a ver a una amiga que se estaba muriendo y yo quería hablarle de Jesucristo. Ni esa caída, me lo pudo impedir. Me fui a verla, aullando de dolor, en lugar de ir a la Cruz Roja.

Lo busqué por todo el fraccionamiento. Lo encontré al fin, y le llevé unos libros que hice recientemente. Y cuál no sería mi sorpresa, que de repente, me llegó una carta para mi impresionante, donde me escribía y me decía que nunca se me olvidara que “Dios estaba conmigo y que me quería de aquí al fin de los tiempos”. O sea, desde siempre, para siempre.

Resultó que él y su esposa me invitaron a su casa. Él se llama Salvador. Y tiene una esposa hermosa, que se llama Sandy. Desde entonces, Dios me mandó a mi casa a estos dos pastores, abogados, de una reciente iglesia cristiana, que vienen a mi casa y allí, tenemos grupos de oración.

La verdad es que, aunque yo no quiera creerlo, Dios ha estado conmigo, y me tuve que caer para que alguien me dijera que Él siempre ha estado cerca y que me ama. Y yo le creo.

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