El escenario: el INE, una metáfora de lo que se juega en la sala de plenos del Instituto Nacional Electoral que por primera vez lo utilizaba para debates, el propio y el de las y el candidato a la Presidencia de la República en un primer foro de discusión.
Denise Maerker y Manuel López San Martín que diario están en contacto con las audiencias en radio, televisión y redes sociales, fueron los moderadores del debate; periodistas, comentaristas, columnistas, que hicieron lo que humanamente pudieron, acostumbrados a manejar situaciones de otro nivel, los que condujeron el debate que se llevó a cabo el domingo pasado entre bostezos e incredulidad.
Mientras tanto la noticia estaba con el Presidente de la República que vivía la ruptura de las relaciones con el gobierno de Ecuador por la invasión de la embajada mexicana. Al Presidente lo han apoyado no pocos países de América y el resto del mundo. Los espectadores en los diversos medios esperanzados o desesperanzados.
Morbosamente muchos vieron el debate. La teoría dice que con el ánimo de ver tropiezos y fallas, otros con análisis profundos y los más esperando asistir a un milagro nos desvelamos algunos mexicanos.
Si se tiene el liderazgo el o la candidata deben tener mesura. Si le toca al segundo lugar, ha de llevar todo el parque al debate, el que tiene que ser utilizado con inteligencia no sólo para derribar al contrincante sino para fortalecer e incrementar su posición.
El domingo en la noche vimos un debate al que le faltó punch. Ni el proyecto de la 4T ni el del Frente por México movieron o conmovieron, vamos, no se vio a ninguno de los tres participantes con tamaños presidenciales, al frente de sus partidos.
Los temas que se trataron: educación, salud, combate a la corrupción y violencia de género que les tocaba atender. Lo hicieron, aunque no movieron a la audiencia. La reacción de las preguntas a través de redes sociales, para la que fuera Jefa de Gobierno de la CdMx y que Xóchitl Gálvez puso en la mira, el truene de la línea 12 del metro, el pésimo manejo de la pandemia y la caída del Colegio Rébsamen, que eran como para hundir a Claudia Sheinbaum, pero ella incólume.
Buenas propuestas de ambas, ciertamente. Ganas de ser y de hacer de Xóchitl. Certeza de Claudia que ella es la buena, pero ninguna de las dos le garantizarán proyectos a México. No vi al líder o lideresa que México necesita. Los dos proyectos que se discutieron nunca quedaron claros. Lo que si queda claro es que no tenemos candidatas de altura, ni proyecto ni líder.