El país africano, Benín, exigió la restitución de los tres tótems que se exponen en el museo Quai Branly en París. Pese a que lo ejemplares estén bajo la etiqueta de donación, su país de origen lo considera como un tesoro robado durante la época colonial.
Los tótems que Benín reclama son estatuas del reino de Dahomey, mitad humanos, mitad animales, las cuales fueron robadas en 1892 por las tropas francesas del general Alfred Amédée Dodds durante el saqueo del palacio de Abomey, la capital histórica del actual Benín.
África es una región que ha padecido un saqueo de su patrimonio cultural durante la época de la conquista, incluso después, con el tráfico ilícito de las obras. Según Benín, en Francia hay entre 4 mil 500 y 6 mil objetos que pertenecen al país, incluyendo tronos, puertas de madera grabada o cetros reales. Incluso el ex ministro francés de Cultura, André Malraux, fue condenado en los años 1920 en Camboya por haber intentado arrancar los bajorrelieves de un templo jemer.
La controversia no es nueva y no concierne únicamente a África. Grecia lleva décadas reclamándole, sin éxito alguno, a Reino Unido la restitución de los frisos del Partenón.
Del Museo Británico de Londres al museo Tervuren de Bélgica, numerosas colecciones europeas rebosan de objetos de arte denominados como coloniales, adquiridos en dudosas condiciones. Ha habido algunas excepciones, como en 2003, cuando el museo etnológico de Berlín devolvió una preciosa estatua de un pájaro a Zimbabue, ex colonia británica.
Los dirigentes africanos esperan ahora un cambio de actitud de Francia, después de que el presidente Emmanuel Macron dijera en noviembre en Burkina Faso que pondrá en marcha las condiciones para una devolución del patrimonio africano a tierra natal en un plazo de cinco años.
Más de 90 por ciento de las piezas importantes de África subsahariana está fuera del continente, según los expertos. Por su parte, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura apoya desde hace más de 40 años la lucha de esos países para que les restituyan sus bienes culturales desaparecidos durante la época colonial.
Sin embargo, los países europeos se niegan a devolver las obras argumentado que los museos africanos no tienen las condiciones idóneas de seguridad y conservación.
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