Curiosamente… En esta segunda parte conocerás las imprecaciones que ha ocasionado el temido deportivo que perteneció al popular intérprete James Dean.
Como recordarás en la primera entrega de Objetos Malditos, dimos a conocer el espejo de la plantación Myrtles que se encuentra en una de las casas más embrujadas. También la misteriosa pintura de “El hombre angustiado” y, finalmente, el terrible zafiro púrpura de Dheli.
James Dean, quien fuera uno de los actores más famosos de la década de los 50, asió camino a una competencia en un potente Porsche 550 Spyder, nombrado por él mismo “Little Bastard”. Se trataba de un pequeño deportivo biplaza, carente de techo y creado para competencias en carreteras. El auto contaba con un motor central trasero y un extremo ligero peso. Cuando arribó al cruce Donald Turnupseed, un hombre que iba a bordo de un Ford Coupe no se percató que el pequeño automóvil se encontraba ahí y aceleró sin precaución. El desenlace fue fatal: James Dean murió el 30 de septiembre de 1955.
Se dice que el actor Alec Guinnes, antes del accidente y al ver el carro comentó: “Ese auto se ve siniestro, si te montas en ese Porsche vas a estar muerto para la próxima semana”… y así fue. Sin embargo, esta es la punta de una serie de acontecimientos que hacen de este deportivo uno de los objetos más execrables.
George Barris negoció los restos del “Pequeño Bastardo”, pero al trasladar el auto hacia el taller mecánico en tráiler, uno de los eslabones de seguridad falló y el vehículo al moverse le partió las piernas al mecánico dejándolo lisiado de por vida. Barris no tentó su suerte y mandó deshuesar el auto.
Troy McHenry, compró el motor para ponérselo a su Porsche, al manejarlo, el auto se salió de control y se estrelló contra un árbol, muriendo quemado. La transmisión del “Pequeño Bastardo” fue obtenida por William Eschrid, en una curva perdió el control del vehículo lesionándolo severamente.
Tiempo después, dos ladrones sufrieron heridas de gravedad al intentar robar partes de lo que quedaba del “Pequeño Bastardo”. Derivado de esto, se decidió custodiarlo en un garage seguro, pero en 1959 ese mismo garage se incendió hasta los cimientos. No obstante, y para sorpresa de todos, el deportivo de Dean no sufrió daños considerables. En la actualidad se desconoce el paradero del Porsche.
¿Crees que estos desafortunados acontecimientos sean producto de la casualidad?