Crónica: #Covid-19 cierra el corazón del mercado Juárez en #Toluca

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Crónica: #Covid-19 cierra el corazón del mercado Juárez en #Toluca

Miércoles, 13 Mayo 2020 18:23 Escrito por 
Crónica: #Covid-19 cierra el corazón del mercado Juárez en #Toluca Foto: Filiberto Ramos

Toluca/Estado de México

Desde la ventana del Flecha Blanca, se mira el puesto de periódicos de Minerva, luce sus tendederos vacíos. Igual de desnudo que la avenida Isidro Fabela.

Desde Gustavo Baz, hasta Paseo Tollocan, el corazón de la colonia Valle Verde y el mercado Benito Juárez, ya están entrando también a la cuarentena, no porque quieran, sino porque las multas rebasan los 40 mil pesos.

Pero aun así, un brother grita: "¡pásale mi buen!, ¿Qué buscabas? Y echa la franela al aire para indicar que hay mercancía buena y barata.

Sobre la misma banqueta en una de las cortinas cerradas se colocó un anuncio de cartón que dice: "cerrado hasta nuevo aviso por la contingencia". Es una cocina económica que no contuvo el embate de la crisis y a la que le siguieron otras cortinas en la misma calle.

El ayudante de la franela es el único que grita sobre el paso peatonal de Isidro Fabela. Porque el Covid-19, clausuró ya el corazón comercial de la colonia Valle Verde.

Esa misma que la prensa le puso el alías del "Tepito Chiquito", donde los operativos de decomiso hacen brotar más y más ambulantes, como cabezas de serpientes. Donde mandan los líderes comerciantes y donde confluyen, los merolicos que ofrecen curaciones fantásticas, nopaleros de Michoacán, chachareros de San Pablo, los de ropa americana, fruteros, polleros, carniceros, zapateros, boleros, el que vende coronas de muerto, y el que ofrece todo tipo de celulares, hasta el que vende aves de una docena de colores y la abuelita limosnera que se echa junto al altar con vidrios relucientes de la Virgen de Guadalupe.

El Juárez amaneció con un cerco de cadetes que usan caretas y capuchas como los antimotines para que el virus no les vea el rostro.

Caminé por las banquetas limpias de Isidro Fabela y me encontré el puesto de revistas de Minerva, dice que en tiempos de Covid-19 vende más tarjetas telefónicas que ejemplares de periódico. Por eso ya no saca sus tendederos. Tampoco su rostro, que esconde detrás de una ventana de hule, un cubrebocas y unos lentes de sol.

Sobre la avenida están los puestos de flores donde se arman las coronas de muerto. En tiempos de Covid, es irónico ver que el negocio ya cerró. Frente a las florerías cerradas quedaron los esqueletos de madera donde se colgaban las cruces y coronas adornadas con Margaritas, Tulipanes y Lilis.

"Hoy debemos vender lo último", dice Kena. Su florería y otras cinco decidieron rematar sus últimos trabajos antes de bajar la cortina. Desde el martes el ayuntamiento de Toluca dispuso cerrar 350 locales no esenciales.

Entre los esqueletos y las mesas de madera, donde se mete cirugía a las coronas de muerto, se tendió a descansar José Luis con su caja de palanquetas y dulces.

"Pinche gobierno no deja, ya ni el virus", se queja José Luis. Hace cuentas de lo que lleva en el día, pero ni porque estira, las ganancias no dan.

José Luis levanta su descanso porque le soplan que vienen los inspectores. Se pierde entre los huecos del Juárez.

En uno de los accesos al Juárez un mural en blancos y negros quedó a medias. En la pintura se distingue a un campesino caminando con un costal al hombro, al lado de una mano desproporcionada que sostiene un corazón con las arterias que se estiran hasta la espalda de un comerciante, que escoge su mercancía. El resto se pierde aun en los trazos descontinuados.

En otra de las entradas, la bienvenida es más colorida. Una mujer indígena veracruzana ofrece rosas diminutas sobre unos cajones. Su vestido con olanes y chaquiras hacen juego con los mosaicos pintados en las paredes del zoco. Sonríe al ver la cámara que le apunta. Le pregunto que a cómo las ofrece, -a diez, la que quiera-, contesta la veracruzana, quien compra las rosas japonesas en Xochimilco y las trae a vender hasta el mercado Juárez en Toluca.

Más allá de la entrada, docenas de pajarillos canturrean al interior de jaulas; anhelando quizás colgarse del durazno sembrado en la jardinera del Juárez.

Las jaulas lucen repletas y, en contraste, en el estacionamiento ya se apilaron los guacales vacíos de mercancía, la última que queda hasta que la Valle Verde vuelva a reabrir su corazón comercial: el mercado Benito Juárez.

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