Acolman/Estado de México
Las piñatas nacieron en Acolman como una herramienta utilizada por los frailes agustinos para evangelizar a los indígenas del Valle de México.
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El símbolo de los siete pecados capitales aún se conserva, ahora con múltiples colores que les dan vida a las posadas.
Fue en 1587 cuando las misas de aguinaldo o posadas se permitieron celebrar por primera vez en la Nueva España en el ex convento de Acolman.
En este municipio es una tradición que continúa a través de los artesanos que dedican gran parte del año en la fabricación de hermosas piezas.
El taller “Piñatas Romanita” es ejemplo de la trascendencia del oficio que ha pasado de generación en generación.
Hijos, nueras y nietos continúan con la tradición de la señora Romana Zacarías, quien fundó su taller hace más de 40 años.
“Mi suegra, la señora Romana, tomó cursos para hacer piñatas y empleó a personas, y les enseñaba; y ahorita, a la fecha, muchas personas tienen su tallercito de piñatas. Ya es la tercera generación que labora aquí; hay nietos más chiquitos que ya están trabajando la tradición de las piñatas”, explicó Rosa María Hernández, heredera del oficio.
Desde el mes de octubre, la familia empieza a armar las piñatas tradicionales de siete y cinco picos, las cuales decoran con papel china multicolor.
Este taller se ubica frente al ex convento de Acolman, donde ofrecen piezas que van de los 30 hasta los 450 pesos.
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