Toluca/Estado de México
Juana tiene 65 años, desde muy pequeña aprendió a tejer o formar figuras con hojas de palma, entre otras, las mulas del Jueves de Corpus Christi; se trata de una herencia que hasta su generación, fue importante para su familia, pero que con el paso del tiempo se ha perdido.
Las mulitas son una imagen representativa del Jueves de Corpus Christi y, usualmente es una celebración católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
La vendedora que tiene décadas asistiendo al centro de Toluca para ofrecer al público sus productos, platicó que a ella le enseñó su padre a emplear esta planta como una base fundamental para la elaboración de sombreros, cruces para la Semana Santa y sopladores para el carbón.
Sin embargo, con el paso del tiempo tanto la tradición de acudir a la iglesia en el Corpus Christi, como parte de la Eucaristía, como la compra de las mulitas, se perdieron.
“Son las generaciones más jóvenes quienes están poco interesados en este tipo de actividades, ya casi nadie nos considera importantes, sobre todo no a nosotros, los que vendemos mulitas sino a las tradiciones católicas”.
Narró que desde hace varios años, sus hijas y nietas comenzaron a tomar otra actividad como la principal para llevar sustento a sus casas, por ejemplo, la mayoría estudio alguna profesión o al menos una carrera técnica, así que aprender a tener la palma no fue importante para ellas.
Platicó que anteriormente era un negocio medianamente bueno, pues las piezas eran vendidas de los dos a los 40 pesos, según el tamaño de la figura; sin embargo, en la actualidad oscilan de los siete pesos a los 70 pesos, pero pocos son los que se acercan a comprarles.
“Son varios los motivos para vender menos, por ejemplo antes podíamos estar afuera de la Catedral, enfrente de las iglesias pero ahora no es posible, nos retiran de ahí y tenemos que andar buscado a dónde ir”.
Por ejemplo, dijo, desde el lunes, comenzó a “torear” a los inspectores del ayuntamiento de Toluca, quienes acompañados por policías municipales, los retiran de las banquetas, donde establecen sus pequeños negocios que constan de una caja con mulas y apenas cuatro de tamaño más grande que colocan en el piso.
“No nos quitan nuestras cosas pero es un problema estarse escondiendo, ya casi nadie nos alcanza a ver y la verdad no es sencillo andarse escondiendo de la policía”.
La artesana proveniente de la zona norte de la capital mexiquense, dijo que de niña viajaba con su padre y hermanos a la Ciudad de México, afuera de las iglesias vendían por docenas las piezas, ahora ya no alcanza ni para eso.