Toluca/Estado de México
Borregos, gallinas, ataúdes y otras figuras alusivas al Día de Muertos en colores rosas, naranja, azúl, verde o amarillo, dan vida a un pequeño cuarto de apenas cuatro por cuatro metros y al centro, se puede observar a la señora Antonia Jaramillo Vargas, una de las pocas familias de artesanos del dulce de Alfeñique, oriundos de Toluca, que preservan la producción de figuras con una mezcla de grenetina y clara de huevo.
Ella inicia en el mes de marzo con la producción que concluye en octubre, cuando por dos semanas hace calaveras de azúcar con apenas dos o tres bultos que ahora cuesta mil 200 pesos el bulto. En un año, estima que entrega hasta 6 mil figuras, en este año, comenzó hasta el mes de mayo, porque se enfermó de depresión, “pero fue esta actividad la que me salvó la vida, a mí me gusta mucho hacerlo, desde siempre”.
Esta mujer aprendió la técnica del dulce hace 47 años, cuando observó a sus vecinos elaborar con mucho cuidado y detalle los muñecos que adornan los altares que colocan las personas para sus muertos. Fue entonces que les pidió que le enseñaran y ahora sólo trabaja durante algunas temporadas, que son el primero y dos de noviembre, el mes de diciembre y en febrero, cuando arregla, pinta o viste niños Dios.
“En la vecindad donde vivía trabajaban esto, me gustó mucho, le pedí a una señora que me enseñara y así fui aprendiendo. Antes los vendía en el Mercado Juárez, pero cuando nos retiraron de ahí, ya no salí a vender sino se lo entrego a los locatarios que se instalan en Los Portales para la tradicional Feria del Alfeñique”, explicó.
Cada año, utiliza su sala, comedor y hasta la cocina o el patio para extenderse y producir las figuras de dulce típico de Toluca, pero lamentó que en esta ocasión, las lluvias provocaron severos daños en su vivienda, no sólo se inundó la casa durante dos semanas seguidas, la anegación derivó en que paredes y techos permanecieran húmedos, hasta que se cayó parte del tirol en el techo.
Además, dijo, que ese ambiente, no es propicio para desarrollar su trabajo, porque el alfeñique requiere un ambiente cálido que permita su secado, de modo que su hija mayor, le acondicionó un cuarto con lámparas, focos y cajas de huevo que permitieran el clima propicio para que juntas, pudieran cumplir con el trabajo que tienen contratado por intermediarios.
Dijo que anteriormente, cuando ella comenzó con esta actividad, la base era el chautle, un camote que se ponía a secar, para después molerlo y finalmente lo combinaban con pintura vegetal para darle color y “vida” a cada figura; sin embargo, con el tiempo cambiaron por la vanola, que es un polvo café, usualmente la base con la que se elaboran los helados, que también se componía con agua caliente, para darle consistencia que les permitiera trabajar.
Ahora utilizan la grenetina con clara de huevo, que depositan en moldes de barro que a estos artesanos les han durado décadas y son la base para muñecas, venados, canastas, borregos, gallinas, puercos, gatos, ataúdes, flores.
“No le voy a decir mentiras, claro que nos da para vivir, no nos queda mucha ganancia porque lo damos de mayoreo, si lo menudeáramos, sería mejor”; sin embargo, detalló que dejó de venderlo directamente porque de joven, cuando su esposo vivía, se iban juntos al mercado Juárez, un tianguis muy grande que se instalaba en las inmediaciones de la Terminal de Autobuses de Toluca, pero que hace 12 años aproximadamente, fue retirado por el entonces edil, en respuesta a las denuncias por inseguridad en el lugar.
“Aparte ya la mayoría de los alfeñiqueros ya no trabajan, porque ya no pueden por la edad, sus hijos ya no los dejan o de plano murieron. La verdad, casi todas las generaciones más jóvenes deciden hacer sus carreras, no hacer dulce”, lamentó la señora.