El año 2017 concluyó con una tasa de inflación anual de 6.77 por ciento, siendo ésta la cifra más alta en los últimos 17 años. La tasa más alta fue registrada durante el último año del sexenio de Ernesto Zedillo con 8.96 por ciento.
Durante el último mes del año, los precios del jitomate y la calabacita se dispararon 42.91 por ciento y 26.81 por ciento, respectivamente. Mientras que el huevo y el gas doméstico fueron productos que también presionaron al alza a la inflación, con variaciones de 5.76 por ciento y 1.40 por ciento, cada uno.
En diciembre de 2017, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) presentó un crecimiento 0.59 por ciento mensual.
La inflación subyacente, indicador que no contempla los precios de alta volatilidad como los energéticos y el transporte, fue de 0.42 por ciento, en la que destacó el aumento de 0.32 por ciento en mercancías y 0.50 por ciento en servicios.
Al interior del índice no subyacente, que comprende de productos alta variación en sus precios como agropecuarios y energéticos, los productos agropecuarios se aceleraron en 1.81 por ciento y los energéticos y tarifas no autorizadas por el Gobierno ascendieron 0.65 por ciento a tasa mensual.
Por otro lado, este 2018 la renegociación el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), las elecciones presidenciales y la aplicación de la Reforma Fiscal de Donald Trump, son factores que suman riesgos al alza para la inflación.
Si continua el aumento de precios en cualquiera de los 35 productos de canasta básica, tomando en cuenta el salario mínimo en México de 88.36 pesos diarios, los bolsillos de los mexicanos tendrán una pérdida adquisitiva.
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