Después de tres días de reuniones en el Vaticano, 36 de los más importantes obispos chilenos presentaron su renuncia, ante el Papa Francisco, por los errores y omisiones en la gestión de los casos de abusos a menores, según informaron en un comunicado.
“Hemos puesto nuestros encargos en manos del Santo Padre y dejaremos que él decida libremente por cada uno de nosotros”, expresaron los obispos tras su decisión definitiva. También pidieron perdón a las víctimas de abusos en Chile y al Pontífice por el escándalo generado.
El Papa, mediante una carta, agradeció la “disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones”, y será él quien decida si acepta o no las renuncias de los obispos.
La carta entregada a los obispos chilenos denuncia con claridad la serie de “hechos reprobables” de abusos sexuales a menores y de poder en los casos llevados a cabo en la diócesis chilena, principalmente la del obispo Juan Barros, acusado de encubrir a sacerdotes inculpados por estos delitos.
Además, Francisco señaló que había algo que no funcionaba en el cuerpo eclesial por lo que no son suficientes estas medidas para erradicar el problema, que es necesario ir más allá de remover personas. “Sería irresponsable de nuestra parte no ahondar en buscar las raíces y las estructuras que permitieron que estos acontecimientos concretos sucedieran”, afirmó.
Algunas víctimas de los abusos en Chile fueron invitadas al Vaticano por el Papa Francisco, en donde expresaron su alegría por el que se esté haciendo algo en el caso.
“Esto le hace bien a tanta gente que ha sufrido por obispos corruptos y mentirosos, y a todos los sobrevivientes que han sido ninguneados en el mundo entero”, dijo Juan Carlos Cruz, quien fue abusado por el sacerdote Fernando Karadima.