¿Quién, en el tiempo actual se atreve a cuestionar al todo poderoso presidente de México?
El presidente de todos los mexicanos Andrés Manuel López Obrador, finalmente recibe toda la atención que tanto anhelaba, es el centro, y alrededor suyo gira todo lo que tiene que ver con la vida política del país, iniciando con lo que se genera en la polémica de lo que dice en sus conferencias matutinas. Lo añoró por años, dos veces estuvo a punto de conseguirlo y al no hacerlo, quiso arrebatarlo, injuriando, amenazando y señalando a todo aquél que se atravesó en su camino, porque, es cierto, él cree que es dueño de la verdad y que su enfoque es el que terminará por catapultar a México en el escenario mundial, acariciando la idea sembrada desde hace muchos, muchos años, de la ilusión de ver una estatua erigida en su honor al lado de los héroes de la patria.
De ese tamaño es su ego, alimentado por los millones de seguidores, muchos de ellos adorándolo como un verdadero mesías, otros tantos, los que se unieron a su movimiento aunque pertenecían a ideologías completamente diferentes, por conveniencia, al acecho de obtener el beneficio buscado a través de los cargos que se han venido repartiendo.
López Obrador acuñó con astucia sembrar la idea de que él y sólo él representa el cambio que dará otro rumbo y sentido a un pueblo harto, cansado del pillaje de los gobiernos que le antecedieron, el saqueo de las arcas han sido insultantes para un país que tiene que soportar la carencia de la vida, y ver minimizadas las oportunidades para poder salir adelante, con un futuro prometedor.
Esto fue precisamente lo que aprovechó AMLO para mostrarse como el salvador y sanador de las penas de una sociedad desgastada y cansada de tanto abuso, la ecuación que le resultó perfecta fue que por cada nuevo gobierno, que según él llegó al poder porque le hizo trampa, condición que nunca, jamás demostró, pero, en la memoria de los ciudadanos sí hubo fraude, sabía que empujando un poco ese malestar, lo convertiría en rencor hacia todos lo que finalmente representan ser sus enemigos; el gobierno, los empresarios, los marcianos y cualquier cosa que le pudiera resultar conveniente.
Pero, no es sólo lo que aprovechó el tabasqueño a su favor, sino, lo que dejaron de hacer los demás. En la campaña, en la que finalmente resultó vencedor, sólo un candidato podía hacerle sombra, el panista Ricardo Anaya, quien verdaderamente lo desquicio y sacó de sus casillas, es más, le dio una tunda a su tamaño en los debates, AMLO temía enfrentarlo, porque sabía que el llamado joven maravilla no le tenía miedo.
Pero, aún faltaba la acción descarada de un aliado del hoy presidente, ese grupo que se escondió durante los últimos meses en la sombra, para dejarlo hacer lo que la voluntad del originario de Macuspana quería, y sí, el gobierno tuvo mucho que ver, una velada complicidad que fácilmente puede descubrirse con observar el ataque mediático y sistemático usando todo el poder del gobierno en contra de Anaya, acusaciones que actualmente no se sabe en qué quedaron, pero el resultado fue el mismo, le limpiaron el terreno al hoy presidente.
Pero el cálculo del tamaño de su torpeza aún no se sabe, esa rendición prematura aún no tiene la posibilidad de cuantificar los daños, con el colmillo bien retorcido de quien ejerce la titularidad del ejecutivo, el otrora partido en el gobierno parece contrariado, no reacciona, no sabe o eso parece, que le pasaron muy por encima y que para que vuelva al gobierno, no es como lo sueñan sus dirigentes, que será para el próximo sexenio, el rencor en la gente se sembró muy profundo, y además no hay alguien que levante la mano para poder hacer frente al gobierno en el poder, sin dejar de señalar el desprestigio con el que deben cargar, es como una gran loza.
Por lo mismo, no hay quién para hacer frente al líder y grupo de la Cuarta Transformación, aunque suenan varios nombres, son pocos, muy pocos los que en el escenario actual pueden verse como un verdadero opositor al régimen que se pretende instalar para quedarse para siempre en la política mexicana, de todos los gobernadores sólo hay uno que parece no va a permitir la intervención descarada y autoritaria del gobierno federal, y los demás, simplemente no atinan a saber cómo ser una buena oposición y por ende, opción para mover de su sitio a los morenistas, que ya vimos, ya se la creyeron y van por la revancha en contra de quien no esté de acuerdo con ellos.
Entonces podemos preguntar, ¿qué las parece Olga Sánchez Cordero, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Felix Salgado Macedonio, Gerardo Fernández Noroña, o hasta Cuauhtémoc Blanco como próximos candidatos a suceder a López Obrador?
Las condiciones presentan un negro panorama, no hay, porque así lo decidieron 30 millones de mexicanos, nada que se le pueda poner enfrente al nuevo gobierno, para evitar destruir lo que hasta hoy conocemos como la República Mexicana y sus instituciones, se pretende borrar cualquier intento de resistencia, haciéndola cada vez menos, ya se demostró en las Cámaras que los opositores serán superados y callados, hasta convertirse en un lamentable susurro. Está en manos de López Obrador y su grupo, el futuro, y no se puede hacer nada para impedirlo por el momento.