Emilio Trinidad Zaldívar
El descomunal desprestigio y generalizado rechazo ciudadano a un gobierno que llegó con una gran expectativa y una enorme aprobación -que se movía por la esperanza de un país mejor-, se ha ido desdibujando en un errático manejo de temas cruciales para el crecimiento y la estabilidad, por un puñado de abusivos, torpes, arrogantes, ambiciosos y corruptos funcionarios, que lejos de atender sus respectivas responsabilidades o conocerlas siquiera, han hecho de sus cargos, la más efectiva oportunidad para robar con descaro, cinismo y absoluta impunidad.
Demasiados es poco para contar a tantos y tantos nuevos políticos que llegaron con Enrique Peña Nieto al gobierno federal, al Congreso de la Unión o que asumieron gubernaturas en las que, se han dedicado a robar, pasear a costa del erario, a hacer fructíferos negocios, o a aprender en la marcha de la tarea cotidiana, con los resultados para todos vistos y sufridos y que por tanta torpeza, suenan a catástrofe nacional.
Los mexiquenses resultaron ser los menos preparados para el servicio público pero aprobaron con honores el oficio de delinquir y evadir cualquier posibilidad de ser sancionados por acción o por omisión.
Ahí está el caso de Gerardo Ruiz Esparza, que con tal de seguir obteniendo los privilegios del cargo y sus grandes comisiones de pésimas pero costosas obras, ha olvidado que se debe tener dignidad y respeto por los ciudadanos a los que ha ofendido y engañado, sin olvidar que al propio presidente le ha fallado, convirtiéndose en un pesado lastre.
Dejarlo más tiempo como secretario de Comunicaciones y Transportes, es tanto como asumirse cómplice de la irregularidad que pareciera ser el sello de la casa.
Y que decir del nefasto, prepotente, ignorante y torpe titular de la Sedesol, que no ha ganado una solo elección ni de alcalde ni de diputado pero es confidente del presidente y con eso basta para sostenerlo a costa de lo que sea. A este funcionario Peña Nieto le debe mucho pues Luis Miranda Nava manejaba las finanzas de Arturo Montiel, desde donde envió carretadas de dinero para que el actual presidente llegara a donde está.
Del actual gobernador hay poco bueno que decir. Él como sus antecesores, se ha llenado los bolsillos de dinero mal habido, ha equivocado el rumbo; en su administración se ha incrementado la inseguridad, la violencia está desatada y viene amagando al presidente para presionar y ser acomodado en el gabinete, de lo contrario, generará ruido al interior del desacreditado priismo. De Eruviel Ávila hablaremos después, pues merece un análisis minucioso y amplio.
Como sea que se den las cosas en las filas del PRI, y a unos meses de la decisión unipersonal que tomará el mexiquense mayor, bastó una comida de Manlio Fabio Beltrones para sacudir la conciencia de la militancia, de los verdaderos y olvidados políticos y puso a temblar a esos hombres del presidente.