El español José González García no es abogado, es sociólogo y filósofo, pero escribió este libro sobre los paralelismos entre estos dos famosos personajes, no tanto porque los dos eran abogados sino por las afinidades entre la obra sociológica de Max Weber y la literaria de Kafka.
Este par se destacó por la manera especial del tratamiento de la máquina burocrática en la que ambos, por distintos motivos, fueron ¨especialistas¨. Lo de las Afinidades Electivas se refiere a una singular novela de ese nombre del poeta alemán Goethe, que ambos habían leído, quien usó el concepto en su novela publicada en 1809 y que retomaba el concepto de afinidades químicas que tiene una larga historia en el estudio de esa ciencia.
En esos términos, relacionamos afinidad al fenómeno en el que ciertos átomos o moléculas tienen la tendencia a agregarse o enlazarse, como los seres humanos por la llamada ¨atracción magnética¨. Aparte del tema burocrático, es muy recomendable la lectura de esa novela y la puesta en cine en una coproducción franco-italiana de Paolo y Vittorio Taviani realizada en 1996.
Ahora bien, Weber y Kafka no sólo compartían lecturas sino afinidades biográficas. Pertenecen casi a la misma generación, son súbditos de dos imperios burocráticos centroeuropeos, los dos son juristas de profesión y tienen una lengua materna común. Pero la analogía más importante es que ambos padecían de un fuerte y mal resuelto complejo de Edipo por la dureza de un padre autoritario, que marcó su vida aunque no les impidió crear una gran obra, cada uno en su campo, sobre los rasgos autoritarios de la naciente burocracia que caracterizaría al Siglo XX...y todavía.
Franz Kafka no solamente era abogado, especializado en Derecho Laboral y trabajaba en una aseguradora estatal a cargo de los casos de accidentes laborales, sino que era Doctor en Derecho y su profesor de sociología y Promotor en su doctorado era Alfred Weber, hermano de Max (!las curiosas afinidades!).
La relación entre Alfred Weber y Franz Kafka trasciende lo meramente académico y llega al campo literario. En 1910 publica Alfred Weber un largo artículo sobre El funcionario. Pues bien, este artículo es el precedente directo de una de las narraciones más alucinantes de Kafka: En la colonia penitenciaria.
De esta manera es posible establecer «afinidades electivas» entre los hermanos Weber y Kafka en el tema de la burocracia. La absurda máquina burocrática es analizada en dos registros diferentes: el literario (kafkiana) y el sociológico (weberiana).
Max Weber, tras declarar su total acuerdo con su hermano Alfred en la crítica a la burocracia, acaba comparando a ésta con un enorme aparato mecánico, una máquina administrativa que regula todos los asuntos fríamente, con precisión y «sin alma» (cualquier semejanza con la realidad mexicana NO es mera coincidencia).
Queda aún hoy la obsesión burocrática, el absurdo de este sistema de organización social que se ha impuesto en todas las facetas de la vida, ahogando la espontaneidad e impidiendo la libertad.
Pero también se da una reacción en contrario -apoyada por los avances electrónicos y cibernéticos- que puede frenar a la pesadilla burocrática que heredamos del siglo 20. Esperemos que así sea y no sirvan estas nuevas tecnologías para provocar una pesadilla peor en el futuro.
(Abril 2019)