La Policía Federal se echó a perder, imperó la corrupción: AMLO

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La Policía Federal se echó a perder, imperó la corrupción: AMLO

Domingo, 07 Julio 2019 00:08 Escrito por 
La Policía Federal se echó a perder, imperó la corrupción: AMLO Lo bueno, lo malo y lo serio

El reclamo más sentido de la sociedad mexicana es indudablemente la inseguridad que se vive actualmente, la cual, ha alcanzado niveles de escándalo. De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) en lo que va del año, puede considerarse como el inicio del más violento en la historia del país, desde que comenzaron los registros estadísticos en 1997.

El tema se ha venido recrudeciendo con el tiempo, no ha podido el gobierno encontrar la fórmula para un combate eficaz a este flagelo, y negarlo, resulta aún peor. Tan solo en los primeros cinco meses del gobierno de López Obrador se registraron un total de 14 mil 510 homicidios dolosos, y en términos generales, los delitos considerados de alto impacto tuvieron un repunte importante.

La estrategia que marcó a las administraciones anteriores, fue la de salir a combatir a los delincuentes con el ejército, que son defendidas por los expresidentes, particularmente por Felipe Calderón, convencido que esa era la fórmula, y aunque en campaña López Obrador ofreció regresar a sus cuarteles a las fuerzas castrenses, resultó todo lo contrario al crearse la Guardia Nacional.

La oferta del actual titular del Ejecutivo había sido la de atender las causas que originan la inseguridad, y que además, con su solo ejemplo y solo con él, se lograría la paz y la seguridad que tanto reclama la sociedad. “Abrazos y no balazos” lo llevaron a la cumbre, ya que, cansado el pueblo, como era natural, por esperar resultados prometidos que nunca llegaron, fueron millones que se lanzaron a emitir su voto por quien consideraban que con tan solo pronunciar su nombre se espantarían los criminales y todos serían buenos.

Así, se trazó la ambiciosa apuesta, que al llegar a la presidencia y casi como por arte de magia, al día siguiente todo seria resuelto, pues en verdad el tabasqueño se siente como el gran mesías que necesitaba México, no tardó en darse cuenta que hay cosas en las que no es solo por voluntad o porque así lo diga como cambiarán, la realidad le ha dado varias bofetadas y aún no reacciona.

Primero, fue el atrevimiento de asegurar que al día siguiente de su toma de protesta se vería de inmediato el cambio, después, dijo que a los tres meses, posteriormente que a los seis y ahora, en su discurso pronunciado el primero de julio pasado, que fue entre informe, charla o conferencia grandota como las que acostumbra todos los días, en donde ofreció que sería al pasar el primer año de gobierno, es decir, para diciembre.

El caso es que la inseguridad se ha portado muy gandalla con todos los presidentes, pero muy en particular con la población, no respeta, es más, se envalentona y reta, como lo hicieron los delincuentes en el mérito Tabasco, tierra del titular del Ejecutivo, con bloqueos en carreteras utilizando autos incendiados y manta con amenazas.

Ahora bien, frente al desafío que representaba la delincuencia, en especial la organizada, en el sexenio de Felipe Calderón se consolidó el proceso de militarización de la seguridad pública (2006-2012), aunque es importante señalar que no se trataba de una respuesta novedosa, pues la injerencia de las fuerzas armadas ya había sido requerida anteriormente, esto ocasionó malestar entre los diferentes cuerpos de seguridad destinados a esa labor, la obligada compañía de elementos del ejército con personal de la policía municipal y estatal le retorció el estómago a unos y a otros.

Las causas resultaban más que lógicas, por un lado, los elementos municipales y estatales estaban acostumbrados a manejar las cosas a su antojo, no es un secreto que muchas veces los delincuentes eran moneda de cambio, los dejaban chambear a cambio de su respectiva cooperación, al llegar el ejército a las calles, con otras costumbres, alejados de esos vicios, empezaron a canalizar a más y más detenidos por delitos diversos a los Ministerios Públicos, sin embargo, no siempre el ciudadano tiene la responsabilidad de completar su obligación de acudir a denunciar, y entonces, los muchos detenidos por esta, o por razones diversas, se tenían que ir en libertad por falta de elementos.

Esto encolerizaba a los elementos del Ejército, y con justa razón, porque mientras ellos perseguían y metían a la cárcel a los delincuentes, por otro lado y en poco tiempo, ya se les veía de nuevo en las calles haciendo de las suyas y aún peor, en el mismo lugar. Unos y otros tuvieron que convivir, pero nunca se aceptaron.

Fue así como el justo reclamo del Ejército por no contar con herramientas legales que les permitiera realizar las labores a las que habían sido obligados, y que provocaba una lucha legal con los abogados de los delincuentes, que se vio finalmente favorecido con la creación de la Guardia Nacional y el marco legal respectivo.

Por otro lado, la Policía Federal es un cuerpo creado a partir de la reestructuración de la Policía Federal Preventiva, con la diferencia que esta nueva corporación tendría facultades de investigación, de acuerdo a la ley publicada el 1 de junio de 2009 por el expresidente Felipe Calderón, y representaba ser el brazo operativo en la lucha contra la delincuencia organizada. Actualmente se encuentra en proceso de absorción por la Guardia Nacional.

Ahora, con todo lo que se ha generado a raíz de la creación de la Guardia Nacional, la escasa información que recibieron los elementos de la Policía Federal los dejó confundidos, nadie les explicaba las condiciones de su cambio, salarios, prestaciones, entre muchos otros detalles. Recibir la orden de trasladarse a diferentes operativos, era costumbre, por lo que no protestaron y se alinearon a las órdenes, solo que se sintieron ignorados, vejados y humillados, pues el trato que recibían era muy diferente al que recibían los castrenses

Todo estalló de pronto cuando al ser anunciado por el presidente el inicio de las labores de la Guardia Nacional, sin recibir algún tipo de orientación, y en particular, al darse cuenta que podían correr con la misma suerte que otros empleados del gobierno federal, a los que se les había despedido sin consideración alguna, fueron unos cuantos que se presentaron a solicitar la información a la que tienen derecho, pero, fueron ignorados, y hasta parecía un reto el video publicado por el mandatario jugando al béisbol, lo que convirtió todo en una protesta que se empezó a generalizar por todo el suelo nacional.

La respuesta a los reclamos de los elementos de la Policía Federal fue vaga y sin la atención debida, el temperamento poco tolerante del presidente, disfrazado con el anuncio de que respetará el derecho a la manifestación, se dejó sentir, al señalar que los elementos no tienen razón, que su protesta no tiene fundamento, acusando además que la corporación no se consolidó, que se echó a perder, y que imperó la corrupción. Y como siempre, la culpa es del régimen anterior.

Alfonso Durazo Montaño, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, señaló en conferencia de prensa que se iban a respetar los derechos de los elementos de la Policía Federal, incluso dijo que se les enviarían a la región que escogieran, agregando que la mayoría había pasado los exámenes que se les aplicó, y ¿entonces?

No obstante, al señalarse que había mano negra en la manifestación de los elementos federales, salieron a la luz dos nombres como sus impulsores: uno de ellos, el del ex presidente Felipe Calderón, quien ya lo negó, y el otro, el de Ignacio Benavente Torres, quién además fue señalado como delincuente por estar relacionado con un secuestro, cuestión que el propio Ignacio salió a dar su versión, señalando que había ofrecido su ayuda como defensor de una organización de derechos humanos.

Los elementos de la Policía Federal, no son cualquier ciudadano, se equivoca el gobierno federal con el trato que se les da, son personas que aprendieron técnicas y tácticas en el tema de seguridad, saben manejar armas, conocen de estrategia, están preparados para hacer frente a la delincuencia, por lo tanto, no es con arrogancia e indiferencia como deben ser tratados y probablemente despedidos, así nada más, aunque haya quien apoye este supuesto, porque por simple lógica, ¿quién cree usted que los recibirá con los brazos abiertos, y que además hay que agregar el echo de que quedarán resentidos?

No está bien medido el problema, y por el bien de los elementos de la corporación federal, del gobierno y sobre todo de los ciudadanos, se espera que se encuentre una solución acorde a la magnitud del problema.

 

 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio