La próxima semana será definitiva para las aspiraciones del Partido Revolucionario Institucional en el 2018. De lo que suceda en Campeche, Jalisco, Estado de México, Sinaloa y Coahuila, sedes de las mesas temáticas, depende mucho su futuro inmediato.
Especial atención merece la reunión la reunión en Campeche en donde se analizarán y posiblemente se aprobarán cambios en los estatutos, en especial lo relacionado con los requisitos para ser candidato del tricolor a la Presidencia de la República, impuestos en la era de la sana distancia impuesta en el sexenio del no priista, Ernesto Zedillo.
Sin embargo, me atrevo a pensar que no habrá sorpresas, tampoco una fractura porque Enrique Peña Nieto, aunque es uno de los presidentes más débiles emanados del PRI en sus casi 90 años de existencia, aún ejerce control sobre su partido y lo va a hacer sentir en la XXII Asamblea Nacional.
No hay problema, dicen en Los Pinos, son los mismos de siempre los que protestan, pero que al final los aplacan con la promesa de una diputación o una senaduría en las próximas elecciones, ¿o no César Augusto Santiago?
Claro, pero hay un problema, al final de la jornada, con evitar la fractura no será suficiente para que puedan ganar la Presidencia de la República en 2018, algo más tendrán que hacer, por eso muchos al interior de ese partido piensan que se pueden robar la elección, tal como lo hicieron en el Estado de México.
Los priistas también le apuestan a que el entreguismo de Luis Videgaray con el gobierno de Donald Trump les pueda dar el impulso final para conservar Los Pinos, pero eso es algo que no agrada a un sector muy importante de los votantes mexicanos.
Por eso me atrevo a pensar que después de la XXII Asamblea Nacional sólo el dedo de Enrique Peña Nieto es el que decidirá quién es el candidato que, todo parece apuntar, el elegido será un tecnócrata, que no será del agrado de muchos.
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Rigoberto Sandoval, el delegado en Tláhuac, mostró que en materia de negar lo evidente se da un tete a tete con el delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, doctorado en decir no cuando lo acusan de actos de corrupción… Félix González Canto, ex gobernador de Quintana Roo, mueve los hilos para garantizar su impunidad por más de 12 años a través el control de Tribunal Superior de Justicia del Estado.
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