He tenido unas ganas inmensas de escribir de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés, porque pienso que es quien le da un gran sustento e impulso al presidente. Es más, me atrevería a decir que, sin ella, a él muy probablemente le hubiera costado más trabajo haber logrado ser presidente del país más importante de América Latina. Escribir que salió junto con su marido, callada, quieta, señora, con un vestido verde con negro, y atrás de los agradecimientos y abrazos que mandaba él para con sus 20 mil simpatizantes, y también detrás de la Bandera Nacional… Es importante, porque da el ejemplo de una mujer respetuosa de la insignia que representa su marido… Pero ya escribiré otra vez de la doctora.
Ayer y antier el presidente estuvo junto con este heroico pueblo de México que, arremolinado en el Zócalo de la Capital de la República Mexicana le decía: ¡Pre-si-den-te! Y: ¡Sí se pudo!
Sin embargo, las maravillas que les han sucedido a los dos en estos días de fiesta: que no hubo más que un caído en el paracaídas que se pasó tantito…; sí una bandera en Hidalgo, caída; que todos vitorearon al Señor Presidente; que no hubo invitados en Palacio Nacional más que unos pocos; que los de afuera no hicieron daño y medio; que no llovió; que la cantadora armó una canción entre de protesta y de resurgimiento; que todo el mundo estaba más que alegre; que no se cayó ningún caballo…
Todo esto, no se pueden comparar ni remotamente a la tristeza de esos padres que hace años ya, no ver a sus hijos y además los siguen esperando, muchachos de la Normal Rural de Ayotzinapa que nunca volvieron. Y otra vez, dándoles la posibilidad de ¡“ahora si” con esta nueva estrategia, los vamos a encontrar!
Porque por supuesto, lo más importante de este fin de semana, fue y con mucho la conferencia que dio el señor subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, al descalificar a la ex Procuraduría General de la República, porque -ya que sus acusaciones carecían de base-, el juez que tiene el caso, Samuel Ventura Ramos, dejó en libertad a 24 policías municipales de Iguala, por el caso de Ayotzinapa y los 43 estudiantes que nunca han aparecido. Es triste, pero de un zarpazo –y tal vez con razón-, descalificó todo el trabajo de los poderes Legislativo y Ejecutivo. Dijo Encinas en voz alta: “…es una muestra de la miseria y la podredumbre en la que se encuentra el sistema de la impartición de la justicia en el país…Y huele a podrido”.
Hablaba de la llamada ‘Verdad Histórica’, que está fincada en actos indebidos de la autoridad. La práctica de la tortura y el sembrado de pruebas. No deslinda responsabilidades a los presuntos autores de tortura. Pero habrá que hacer, dijo, una “…revisión profunda de esto, con todo y procurador en turno.
Es importante recordar que estos jóvenes estudiantes normalistas, fueron secuestrados por policías de Iguala, que los entregaron a sicarios de Guerreros Unidos, quienes –se dice—los quemaron a todos en el basurero de Cocula. O los echaron al mar y fueron comidos por tiburones. La verdad la saben solo estos que están ahora afuera.
La noticia principal, no ha sido con mucho, el hecho de un Viva México que por supuesto nos lo merecemos… sino esta tan inmisericorde que llena a todos de rabia. Porque además de todo un espectáculo que se fincó, ahora el tema es que el representante de la Secretaría más importante de la República Mexicana, el subsecretario encargado de los Derechos Humanos, enfrente del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU, diga muy fuerte y muy enojado, que: “Esta verdad histórica, es una burla a la justicia mexicana”.
Y esto es para estar bien triste…