1 de Diciembre, día de contrastes

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1 de Diciembre, día de contrastes

Miércoles, 04 Diciembre 2019 00:08 Escrito por 
1 de Diciembre, día de contrastes Lo bueno, lo malo y lo serio

El día primero de diciembre, como ya se había anunciado, se llevó a cabo el festín por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador en el zócalo capitalino, para festejar, una vez más, su arribo al poder, y feliz informó al pueblo bueno y sabio sus logros en el primer año de su administración.

Bueno, en sí, el informe que recitó AMLO parece copia fiel de los “otros” informes que ha dado, lo que sí deja en claro, independientemente de que no cambia su discurso y hace gala del uso excesivo de sus “otros datos”, es que lo suyo, lo suyo, es festejar.

Colocado frente a sus miles de fans, que en esta ocasión tuvo que recurrir al uso de acarreados para concentrarlos, a pesar de presumir reiteradamente que ya no había en su gobierno, de la misma manera y curiosamente así lo defendía el expresidente José López Portillo, a quien cada vez AMLO se parece más, aunque no le guste, con repartición de los respectivos lunches y frutsis, apareció sólo en el templete, es decir, sin nadie que le hiciera mosca, acompañado desde luego de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller.

Toda esta parafernalia refleja la autocontemplación de un personaje que en verdad se siente único, sabio, y seguro de contar desde ahora con un lugar reservado en la historia, que le hace ver su rostro en un magnífico cuadro al lado de los héroes de la patria, con el epígrafe que diga que sin un sólo disparo fue un hito transformador de un nuevo régimen.

Pues bien, acogido por su gente, López Obrador dio su discurso, en el que únicamente acepta que aún tiene pendiente el tema de la seguridad y el económico, faltaba que no lo aceptara, y descaradamente pide un año más para que se vean los cambios, esos que empecinado dice que contra viento y marea se darán para el país.

Se presumió que reunidos en la plancha del zócalo había poco más de doscientas mil personas, número complicado de creer, porque en ese lugar es muy difícil que quepan tal cantidad de seres humanos, y que por voluntad propia el pueblo haya asistido ávido por escuchar a su líder.

Más bien, de no haber sido por la promesa de que amenizarían grupos musicales el show, y de no ser por la ayuda del acarreo y el “apoyo” que se repartiría, no se hubiera congregado tal cantidad de gente.

Por otro lado, se aprecia el contraste del evento del presidente, con la marcha que se reunió en el Ángel de la Independencia y caminó hacia el monumento a la Revolución, las personas que asistieron y se mezclaron con diversos grupos y asociaciones, lo hicieron de manera voluntaria, así como también se pudo ver a militantes de diferentes institutos políticos.

Sin embargo, de los oradores que participaron no hubo quien fuera identificado como líder de algún partido en particular, y el momento cumbre fue la intervención de los miembros de la familia LeBarón, quienes no se han cansado de pedir respeto a su causa.

Es precisamente la condición que representa la familia LeBarón, una de tantas, que le dieron un sentido humano a la marcha, pero existe una gran cantidad de mexicanos renuentes a darles ese respeto, con hipocresía pretenden hacer menos el hecho de que fueron asesinados brutalmente miembros de su familia, entre los que destacan mujeres y niños.

Si la tragedia de los mormones no causa por sí misma la necesidad de solidarizarse con ellos y comprenderlos, al menos debería haber el mínimo respeto a la exigencia que tienen derecho para reclamar castigo a los culpables de las ejecuciones de sus familiares. O cuando menos deberían intentar ser menos mezquinos.

Es lamentable el nivel de polarización y de falta de empatía con la que muchos echan en cara a quienes han sufrido lo indescriptible y todavía tienen que soportar que muchos se sientan con el derecho de decirles vende patrias, o que se vayan a Estados Unidos.

Sin embargo, aún el pueblo mexicano no tiene garantía para saber para cuando podrá sentirse tranquilo y con seguridad, esa que el Estado debería proveer, y que es al que se le debe exigir, pero en su lugar, se defiende a usanza a quien no hace gran cosa para resolver el problema, e increíblemente se lanzan en contra de los afectados, qué vergüenza y qué desgracia.

El hecho es que los LeBarón no son los únicos afectados, son las miles de familias que le lloran a sus muertos víctimas de la inseguridad, y aunque la marcha en la que participaron no recibió mayor atención por parte de los medios tradicionales en un intento por minimizarla, las fotografías, asistentes y testigos presenciales dan cuenta de que al menos había más de veinte mil personas, otros se animan incluso a señalar que fueron casi cien mil las que marcharon para exigir atención por parte de quien en ese momento se encontraba de manteles largos en el zócalo.

Pero, aún siendo doscientas las que hubieran marchado, porque no hay que olvidar que en otras ciudades del país se dieron marchas similares, les asiste el derecho y legitimidad para hacerlo, y es curioso que a tan sólo un año de gobierno, se den estas manifestaciones de rechazo a la política errática de López Obrador, porque motivos los hay, y de sobra.

Simplemente ese día primero de diciembre fue el más sangriento del año con 127 muertos, entre festejos y exigencias, tal vez sea el más cruel de los contrastes.

Y ¿qué dice López Obrador respecto de la marcha en la que se le exige atención y seguridad? Los asistentes fueron calificados por el tabasqueño como conservadores disfrazados de civiles, lo que deja un vacío en el ánimo de quienes esperarían una respuesta diferente.

Con tal actitud, se observa a una persona que piensa que es una especie de salvador y cree saberlo todo, aunque no ve, y no escucha a nadie más que su egolatría, esa que lleva a México hacia la mediocridad, la desesperación, el desánimo y el enfrentamiento entre iguales, porque para él hay dos tipos de mexicanos, los que lo aludan y los otros, los conservadores y fifìs, aunque sean los que a través del pago de sus impuestos los que terminan pagando sus caprichos.

Es un año de gobierno, y son varias las manifestaciones en contra de las acciones de gobierno, el reclamo y el número de personas que están en desacuerdo parece ir en aumento, aunque López diga que no cambiará y se hará lo que ya empezó. Es un riesgo no escuchar a quienes disienten, porque el malestar social crecerá exponencialmente, al tiempo.

 

 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio