Coincidirá conmigo en que estamos llenos de noticias sin valores ni virtudes y llenas de violencia y muerte. Triste, muy triste. Y sobre las mujeres, todavía más escalofriante: feminicidios: diez al día.
Pero, como usted, si a algún ser humano puedo respetar, es indudablemente a las mujeres que, con una lucha feroz, salen adelante en la circunstancia que les ponga la vida. A las que tienen a sus hijos, y los crían solas. Y más cuando tienen que trabajar y sobresalir en este mundo de hombres.
Es muy difícil echarse para adelante y tener un lugar de privilegio. Saber una profesión a pie juntillas. Ganarse la vida en la circunstancia que sea.
Pero si además de todo, una mujer es capaz de transgredir todos los espacios y hacerse cargo de su propia vida, es para admirarla más.
A muchas mujeres, las he visto apoderarse de la mente, el alma y la inteligencia de amigas y amigos muy queridos, por ser valientes y honestas. La he visto crecer, salir adelante y ser brillantes. Pero, sobre todo, ser respetadas.
Cuando me entero de que además es madre, y tiene en su haber el cuidar y llenar de amor a una criatura que necesita todo su apoyo, más las respeto. No es fácil caminar sola y llevar de la mano a sus hijitos.
Lo que digan, lo que hagan y lo que piensen los seres que no tienen ni virtudes ni valores; ni sabiduría ni inteligencia; ni honestidad ni amor por su prójimo, es simplemente como para ni siquiera tomarlos en cuenta. Un abrazo fraterno y mi solidaridad absoluta, a todas las mujeres mexicanas que, casadas o no; del partido que quieran ser; de la circunstancia que se les dé la gana; de la tendencia de género que profesen… hacen de la vida un milagro.
Bienvenido este 9 de marzo. Y enhorabuena para todas las que valientemente luchan por una causa enorme: ser respetadas. ¡Porque es mil veces mejor ser respetada que ser querida!