El Coronavirus terminó con la convivencia. Ya no besos ni saludos ni abrazos. En lugar de bocas rojas y besos apasionados, mascarillas protectoras. Por ahora, sólo amor virtual. En lugar de planes, a guardarse. Dejar de asistir a sitios públicos, evitar aglomeraciones, conciertos, fiestas, mítines. Evitar el contagio en el transporte público, en las escuelas, en los centros de trabajo, en los propios hospitales, en bancos y oficinas públicas como ya nos han instruido: responsablemente. El riesgo de adquirir el COVID-19 y la declaración de la Organización Mundial de la Salud en el sentido de estar viviendo una pandemia, puso a esta sociedad nuestra, en búsqueda de rumbo, en situación de emergencia sanitaria.
Se debe atender. Se hace. Sin embargo, la reciente crisis de falta de medicamentos en el Sistema de Salud para enfermos de VIH, niños con cáncer y la falta de dotación de recursos al FUCAM (Fundación de Cáncer de Mama) nos hacen dudar de qué tan preparados estamos para enfrentar el problema, como han afirmado las autoridades.
Puestos en modo preventivo –entendemos que es lo único por hacer- ya que aún no hay cura, es seguir las recomendaciones con toda disciplina, mientras bailamos la Cumbia del Coronavirus, expresión del humor del mexicano que enfrenta las tragedias y el miedo de esta manera, mientras en otros países se está haciendo investigación a toda velocidad para encontrar una vacuna.
A México se le reconocía por el nivel profesional de sus médicos. Sólo que hoy estamos en el peor momento de las instituciones de salud. A pesar de ello, científicos mexicanos ya trabajan en el gen del virus.
Datos de la Secretaría de Salud señalan que si el COVID-19 se dispersara de manera generalizada en el país, se podrían infectar 78 millones de personas. De 8 a 10 millones presentarían síntomas y 500 mil serían considerados pacientes graves. Sin embargo, y con base en el comportamiento que se ha tenido en otros países, se estima que sólo del 2.4 al 2.6 por ciento de los infectados podrían ser mortales.
La vida sigue. Semana tras semana, vamos advirtiendo la dimensión del problema. Por lo pronto, lo que pasa en el resto del mundo ya nos contagió de miedo y nos llevó al encierro ¡ÁNIMO!
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@MargaJimenez4