En mi país, en este momento empieza lo más terrible de una pandemia que está deshaciendo al mundo entero. Lo importante es que después podamos contarlo. Porque la Federación tal parece que no entiende, que no entiende. La verdad que yo estoy aterrada. Por la información, por los acontecimientos, por el epicentro que se volvió EUA; por la cantidad de versiones contradictorias respecto a un Nuevo Orden Mundial. Por la gente que está sufriendo tanto en lugares como Italia, España, Irán y Reino Unido.
Muy triste. Y nuestros científicos -ya son nuestros los de todo el mundo--, sin encontrar una cura.
Gracias a Dios los gobernadores de cada estado, que ya se pusieron las pilas, empezaron a actuar por su cuenta. Y los presidentes municipales también.
Yo quisiera decirles a ustedes todos, que deseo de todo corazón, alma, sentimiento e inteligencia, que exista un después de esto. Que sea mil veces mejor que todo lo de antes. Que todo lo que desee se le cumpla. Solo pídalo en nombre del creador del universo y así tendrá todo. Luego dele las gracias. O al revés: dele las gracias, por aquello que usted le ha pedido, y declare por fe que le será concedido. Por ejemplo, el don más preciado que es el de la vida, y luego el de la salud. Lo demás, en este momento es lo de menos.
A Dios -y estará de acuerdo conmigo- le pedimos ayuda en los momentos más difíciles de nuestra existencia. Cuando nos va bien, cuando tenemos lo necesario, es cuando nadie-nadie se acuerda de él.
Hoy, en una Plaza de San Pedro desierta, en el Vaticano y con muy pocos ayudantes del Papa, lloviendo y con gran solemnidad, pero repleto de fe, en vivo y transmitiendo un mensaje para todo el universo entero, Francisco Bergoglio dio la bendición Urbi et Orbi, bendición que fue dada para los creyentes y no creyentes del mundo entero. Con la advocación de la Virgen del Perpetuo Socorro que se venera en Sta. Ma. La Mayor y la Cruz de un Cristo que hace medio siglo ayudó a que se quitara la pandemia entonces de la peste bubónica. En el evento, el pontífice pidió por todos, especialmente por los pacientes, los médicos y todo el personal que ayuda a los enfermos de esta pandemia. Hasta hoy, a nivel mundial hay 567 mil 474 casos confirmados y 26 mil 303 fallecidos, según datos de Bloomberg.
¿Mis deseos para después de que acabe esto?
Amor por supuesto, por encima de cualquier otra cosa en esta tierra. Luego mucha, pero mucha paz. Salud indiscutiblemente. Más en este tiempo. Pero le pido a mi Dios con toda el alma, que no me dé demasiado como para olvidarme de Él, ni muy poco, como para andar renegando todo el tiempo. Suficiente y punto.
Dice la Biblia que tenemos que buscar el Reino de Dios y su Justicia, y que todo lo demás se nos dará por añadidura. Y yo le creo. Todo lo que esté por suceder, será en combinación con las leyes infinitas del universo, creadas por Dios y de inmenso valor para cada uno de nosotros.
Testimonios, historias, y Salmos; poemas y proverbios; profetas que están diciendo junto al Espíritu Santo de Dios, lo que ha pasado en este mundo judaico-cristiano, nos han tenido animados para poder empezar todos los días de nuevo, con un mensaje de paz.
Mientras estemos vivos, tenemos un sentido: un sol de esperanza.