En el principio, fueron los microorganismos
Los hemos oído llamar gérmenes, virus, bacterias, microbios, hongos o parásitos. A pesar de que son diminutos, entre ellos se presentan variedades que los diferencian entre sí, principalmente por sus efectos benéficos o perjudiciales.
Sin algunos microorganismos hoy la vida no sería posible, ya que gracias a éstos se generó parte de la atmósfera en la Tierra. Estos organismos microscópicos, tan pequeños que es imposible observarlos a simple vista, se encuentran en todas partes. Fueron las primeras y –por un tiempo– únicas formas de vida en el planeta hace aproximadamente miles de millones de años.
Más recientemente, yo todavía recuerdo las farmacias donde había un pequeño estante metálico giratorio con unos pocos libros de todo género a la venta. Uno de los primeros que adquirí fue Los Cazadores de Microbios, de Paul de Kruif, Ediciones Leyenda, de formato rústico y que en tiempos del sano Desarrollo Estabilizador, allá por los cincuenta del siglo pasado, costaba tan sólo 5 pesos.
Se trata de un libro fascinante que describe la vida y obra de un grupo de hombres del siglo pasado que sentaron las bases para conocer y comprender el mundo de los entes vivientes más pequeños de la Tierra y nuestra relación con ellos. El libro se inicia con la vida de Antony van Leeuwenhoek, quien, a mediados del siglo 17 utilizando microscopios simples de fabricación propia, describió por primera vez bacterias, espermatozoides y los glóbulos rojos. El microscopista Leeuwenhoek, sin ninguna preparación científica, puede considerarse el fundador de la bacteriología, al reportar el primer avistamiento de seres desconocidos, abriendo a los seres humanos las puertas del mundo hasta entonces prácticamente invisible.
El libro incluye merecidamente en la portada a Louis Pasteur, quien demostró la cercanía para bien y para mal de los contactos entre esos seres y nosotros. A través de sus estudios ayudó a crear vacunas contra enfermedades y descubrió el papel de los microorganismos benéficos en la elaboración de cerveza y vino (gracias, Louis, los bebedores te recordamos en cada tarro y copa). El microscopio dejó en claro la existencia de ese mundo todavía desconocido que, como vemos por sus tremendos efectos a veces tienen un impacto sumamente nocivo como es la actual pandemia del Coronavirus.
Este libro es una buena lectura que hacer en estos días y más si está completamente en cuarentena. Claro, hay otros libros más recientes que pueden entretenernos y a la vez ilustrarnos sobre esta época posmoderna y anteriores calamidades de la Humanidad. Por ejemplo, el grueso volumen de Jared Diamond titulado Armas, Gérmenes y Acero, ¨una breve historia de la Humanidad en los últimos 13,000 años¨. Le puede parecer extraño el título, pero no tanto si sabe que entre el pánico que cundió recientemente por la declaratoria oficial de la pandemia del Coronavirus, en Estados Unidos lo que más compraron fueron en primer lugar alimentos, por supuesto, pero en segundo lugar armas y municiones (en los que el acero tiene un papel importante).
Claro, también hay un libro electrónico del patólogo mexicano Ruy Pérez Tamayo, Microbios y Enfermedades, del Fondo de Cultura Económica, donde podrá realizar un recorrido en sana distancia por algunas de las enfermedades que afectan en todo el planeta.
Y ya de plano, si le sobra tiempo y dinero, puede -para estar acorde con este tiempo apocalíptico- adquirir El Libro de las Cochinadas: divulgación de la ciencia de las cosas que nunca nos explicaron, ¡pero que todos hacemos!, de la astrónoma y divulgadora científica mexicana Julieta Fierro en colaboración con el Físico y gran divulgador de la ciencia por radio Juan Tonda.
El escatológico libro habla de un tema socialmente vetado, pero que finalmente está cerca de la ciencia. Sin embargo, como dicen los autores, todas las cochinadas que se mencionan en el libro son parte de nuestro cuerpo y no podemos ignorarlas permanentemente.
En español, el término escatología puede estar referido a dos cosas completamente diferentes: el ‘conjunto de creencias referentes al fin de los tiempos’ (del griego antiguo ἔσχᾰτος (éschatos): ‘último’) y también el ‘estudio del excremento’ (del griego antiguo σκῶρ, genitivo σκατός, (skor, skatós): ‘excremento’ o caca, como le llaman claramente los autores.
Los lectores de vena rabelaisiana o quevediana o conocedores de ensayos al estilo de La Cofradía del Pedo Flamígero" del provocador "Palinuro de México" de Fernando del Paso, seguramente disfrutarán esta lectura científica.
A mucha gente le produce risa y se divierte con el tema, pero puede aprender de este modo de la ciencia. En realidad, es un muy buen libro para divulgación infantil en materia de salud, pero igualmente instructivo y muy a propósito para chicos y grandes, o jóvenes NiNis (que ni estudian ni trabajan).
O para niños y jóvenes enviados a estudiar o trabajar desde su casa (éstos últimos con goce de sueldo en el ¨menos peor¨ de los casos), a diferencia de los ¨abuelos¨ y otros solitarios ancianos de la tercera edad que tienen que quedarse encerrados en casa (si tienen) y en el mejor de los casos cuentan con su Tarjeta de Bienestar para compensar que ya ni de ¨cerillos¨ asistentes pueden trabajar en los supermercados, so pena de contagio... y muerte.
El Libro de las Cochinadas puede servir para estimularnos a lavarnos las manos, literalmente para no contraer esa maldita ¨cochinada¨ que definitivamente es el Coronavirus.
Un amplio rango de animales pueden haber servido de "huésped" del parásito virus, especialmente el murciélago, conocidos por portar un número considerable de distintos coronavirus.
No se sabe con certeza si se originó como producto del excremento de un cochino murciélago transmisor... Ahora, la segunda parte de este rompecabezas es establecer la identidad del misterioso animal que incubó el virus en su cuerpo y que posiblemente hizo que terminara en un mercado de Wuhan, China, donde está el epicentro del contagio.
Hallar la secuencia de eventos es un "trabajo de detective¨. El principal sospechoso es un pangolín.
Este mamífero es fácilmente reconocible por su armadura llena de escamas. Víctima de los cazadores, el pangolín es el animal más traficado del mundo (un estudio reciente de la Universidad de Sussex cuantificaba en más de 2.7 millones el total de pangolines cazados por año) y paradójicamente la piel del pangolín tiene mucha demanda, sobre todo para uso medicinal en China, aunque su carne es también requerida en otros países.
Estamos en manos de los científicos ¨detectives¨... esperemos que se laven muy seguido y vivan para descubrir la vacuna que nos libre de esta cochinada del Covid-19 a tiempo.