En 4 mil 430 hectáreas se construye el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. La superficie es rellenada con tezontle, tepojal y basalto explotados en las minas de la región, no regularizadas.
Miles de toneladas de estos materiales llegan en camiones para emparejar el suelo donde se construirán una Terminal de 743,000m2 con capacidad para 68 millones de pasajeros; 540,500 operaciones por año; una torre de control y 3 pistas triple simultáneas.
Sin embargo, la devastación natural de la zona nadie la detiene. Los ejidatarios pararon las protestas porque tienen fuentes de trabajo y son los dueños de las tierras donde están las minas. El pago se los entregan en efectivo.
Con el temblor del 19 de septiembre el terreno tuvo un asentamiento de cinco centímetros más. Se requieren miles de toneladas más para cubrir el espacio. Representará seguir con las afectaciones al entorno. Este es el costo del desarrollo.
La sobre explotación sin control provocará daños irreversibles a la naturaleza pero, lo más grave, es será el problema de salud pública que a mediano plazo porque pocos o nadie se protege en el manejo de los materiales.
El tezontle libera un polvo que al ser aspirado provocará afecciones a los pulmones, de acuerdo con especialistas. El tezontle se usa para petrificar y, eso, le pasará a quienes no tomen las medidas. Y si no... al tiempo.
