Es claro que ningún partido político en México ha forjado cambios de fondo para contribuir a un país más equilibrado y justo en su gasto público, en sus políticas asistenciales y en la seguridad social.
Gobiernos de todos los colores han pasado por la presidencia de la República y el Congreso de la Unión en los últimos 20 años y la dinámica es la misma: operan para llevar agua para su molino.
Revisemos un ejemplo. Para este año, nuestros flamantes representantes populares autorizaron un presupuesto de 5 mil 300 millones de pesos para el gasto de partidos políticos.
Y si hacemos cuentas en retrospectiva, en los últimos 20 años los mexicanos gastamos 75 mil millones de pesos en la manutención de estructuras partidistas y campañas electorales.
En contraste, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) este 2020 ejerce un presupuesto aprobado de 6 mil 814 millones de pesos para la prevención y control de enfermedades.
Y es que para nadie es novedad que los centros de salud pública de todos los niveles carecen de personal, equipo, espacios e insumos suficientes para enfrentar la demanda.
Sin embargo, la pandemia por el coronavirus ha evidenciado, de manera trágica, que las instituciones de seguridad social en nuestro país viven un colapso financiero sin precedentes.
Las consecuencias las padecen los miles de enfermos que no alcanzan una camilla para ser atendidos; mexicanos de a pie que mueren día a día por Covid19; miles de vidas que se apagan en el anonimato de una cifta.
Al martes 16 de junio de 2020, las estadísticas oficiales referían un acumulado de 17 mil muertos, en promedio. Así nuestras prioridades.